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Con la ministra Ana Pastor

Canarias, al igual que el resto de la Regiones Ultraperiféricas (RUP), viene defendiendo desde hace unos años un cambio de paradigma en lo concerniente a nuestro papel en el seno de la Unión Europea, de modo que la concepción de estos territorios como meros receptores de subvenciones quede superada para siempre.

Siendo cierto que precisamos de medidas específicas que modulen la aplicación de las políticas comunitarias para salvar nuestras desventajas estructurales, no lo es menos que las RUP se enclavan en puntos de gran importancia geoestratégica y cuentan –contamos- con magníficas condiciones para el desarrollo de actividades de alto valor añadido.

La pregunta, en consecuencia, no es tanto qué puede hacer Europa por las RUP, sino qué pueden hacer éstas por Europa.

Y la respuesta es que podemos ofrecer mucho para la construcción europea. Así ha quedado acreditado en los planes de acción que las regiones ultraperiféricas hemos enviado a la Comisión, una hoja de ruta en la que definimos e identificamos las potencialidades de cada una de ellas –de los sectores que pueden ser punta de lanza de la sociedad del conocimiento, la ciencia, la investigación o la innovación-.

Para alcanzar esos objetivos es necesario aprovechar todos los instrumentos a nuestro alcance para seguir ‘haciendo pedagogía’, y no solo entre los estados que tienen regiones ultraperiféricas -a los que se supone conocimiento y compromiso en la defensa de sus singularidades-, sino con el resto de países que integran la Unión Europea.

Si hablamos de instrumentos, las RUP cuentan con uno de enorme importancia. El artículo 349 del Tratado de la Unión Europea, que consagra la aplicación diferenciada de las políticas comunitarias en nuestros territorios, es un ejemplo contundente. Sin embargo, con el paso de los años ha quedado acreditado que las posibilidades que abre ese artículo no se han aprovechado al máximo.

Ni la Comisión Europea ni el Parlamento Europeo hacen uso de tal precepto con toda la intensidad que sería deseable. Muchos planes, programas o políticas comunitarias podrían haber sido más audaces y atrevidos en la defensa de unas regiones que son fundamentales desde el punto de vista estratégico e, incluso, como fronteras exteriores de la propia Unión.

Es verdad que en el nuevo período presupuestario Canarias logra un tratamiento bastante razonable, logrando mantener el nivel de ayudas del ejercicio anterior; ahora bien, es el momento de avanzar no sólo desde el punto de vista cuantitativo sino también cualitativo.

En esa dirección, la mejora de la conectividad, el impulso a la internacionalización de la economía con su proyección a los países de nuestro entorno (especialmente al África Occidental), el aprovechamiento de la rica biodiversidad del Archipiélago para la creación de industrias de base tecnológica, el desarrollo de las redes de datos, el fortalecimiento de la investigación en áreas como la astrofísica o las energías renovables o la investigación en el ámbito marino-marítimo son solo algunos ejemplos de nuestras potencialidades; y, lo que es más importante, de lo que podemos ofrecer a Europa desde nuestra posición alejada y singular.

Somos pequeños laboratorios en los que desarrollar iniciativas pioneras que luego puedan ser exportadas al resto del continente. Ese es el camino para garantizar el futuro ‘europeo’ de unas regiones con enormes dificultades, sin duda, pero que pueden salir reforzadas una vez se apaguen los ecos de la crisis económica.

Europa debe concienciarse de que el futuro pasa por profundizar en su dimensión política y social, mejorando los mecanismos de solidaridad y cohesión de todos los estados miembros -mecanismos que los criterios economicistas de los países más poderosos han quebrado-.

De todos estos asuntos hemos tenido la oportunidad de reflexionar y debatir en los últimos días durante las jornadas ‘Conectados a Europa: retos globales, soluciones canarias’, que se celebraron en la sede de Presidencia en Santa Cruz de Tenerife y que reunieron a destacadas personalidades políticas y periodísticas.

De ese seminario nos podemos quedar con una idea que debe seguir cuajando en el seno de la Unión: Canarias es un territorio ultraperiférico con respecto al continente europeo, pero ocupa una posición central para la proyección de Europa en el resto del mundo, especialmente en África y América. Con esa convicción debemos seguir trabajando.