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Unidad

Un agosto tan difícil en lo político y económico me anima a compartir algunas reflexiones. No están siendo semanas fáciles, de ahí que esté siguiendo los últimos acontecimientos muy de cerca, o que de forma discreta -e informal- haya mantenido estos días algunas reuniones de análisis y trabajo de cara al arranque de un curso político que, dadas las circunstancias, no puede esperar a septiembre.

A las puertas de las decisiones que adopten el Consejo de Ministros y el Congreso, he convocado para la próxima semana un Consejo de Gobierno -el jueves 25 de agosto- para valorar sin demora las decisiones que están tomándose en Europa y España, así como para repasar y poner al día la agenda de trabajo del Gobierno que presido; una agenda que en Bruselas nos obligará a multiplicar esfuerzos -desde ya mismo invito a que en Canarias estemos ‘todos a una’ en la defensa de la posición de las Islas, pues a nadie se le escapa que tenemos por delante unos meses muy exigentes y difíciles en ese escenario, posiblemente los más difíciles dada la crisis que atraviesa la UE en todos los órdenes-.

El curso político en las Islas impone un análisis de lo que ocurre en esos otros ámbitos. En ese sentido, a mi juicio las turbulencias que sacuden Europa exigen que en España se ponga punto final a la crispación para, de forma inmediata, apostar por el sentido de Estado, la responsabilidad y la política. La política, sí. La política con mayúsculas. En Europa es fundamental que la política recupere el terreno perdido -debe ser la política y no los mercados el motor de las respuestas a la crisis-. En España es inaplazable que, ocurra lo que ocurra el 20-N, se abra un periodo en el que el sentido de la oportunidad se imponga al oportunismo y la demagogia, una etapa que recupere la cultura de consensos de los años setenta.

Fue la capacidad para llegar a grandes acuerdos lo que permitió a España la transición de un régimen político a otro, de una dictadura a una democracia. Décadas después, sólo la capacidad para alcanzar esos grandes pactos permitirá a España afrontar la transición de una realidad económica a otra bien diferente. Una transición que requiere la participación de todas las voces, también de las periféricas. Una transición económica  en la que los canarios tenemos mucho que decir.

Desde Canarias vamos a empujar en esa dirección. Hemos demostrado que los pactos son el camino hacia el final de la crisis. Vamos a ayudar en ese sentido y lo haremos con la autoridad que nos da ser una comunidad solvente y fiable, capaz de cumplir con sus obligaciones presupuestarias y de aplicar con años de antelación las recetas que ahora algunos predican: contención del gasto, austeridad y buen gobierno de los recursos públicos. En Bruselas y Canarias, debemos estar ‘todos a una’ para seguir avanzando hacia el final de la crisis y hacia un nuevo modelo y una nueva realidad económica.