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Saramago

Sólo unas palabras para transmitir en clave personal lo que ya he expresado en el día de hoy en mi condición oficial de presidente de Canarias. Ha muerto José Saramago, el amigo portugués que un buen día, allá por 1993, decidió establecerse en Canarias, en la isla de Lanzarote, y desde entonces hizo de este archipiélago su casa.

Un amigo que era, además, sabio, pensador y escritor. Que elevó el nombre de Lanzarote a primera referencia internacional de la literatura, su mejor embajador, algo que los canarios no podremos nunca dejar de agradecer.

Por eso su muerte me llena de consternación, por eso y por su compromiso social y honradez intelectual. Porque si la literatura ha perdido una de sus voces más cualificadas y certeras, la humanidad se queda sin uno de sus referentes éticos en este cambio de milenio.

Lamento profundamente el fallecimiento del hombre, del literato, del activista, del Premio Nobel y Medalla de Canarias y estoy convencido de que su recuerdo permanecerá vivo en esta Canarias a la que tanto quiso y que tanto le querrá siempre a él.

Mis condolencias a su familia.