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Agencia del Medicamento, Barcelona, Brexit, Cataluña, Londres, Torre Glóries
La división, la incertidumbre y la inestabilidad conducen al fracaso. Un ejemplo palpable se vivió el pasado lunes, con la votación para designar la nueva ubicación de la Agencia Europea del Medicamento. Fundada el 1 de enero de 1995, la Agencia ha tenido su sede en Londres, pero a raíz de la salida del Reino Unido de la Unión Europea -por el Brexit- dieciocho ciudades europeas se han disputado acoger al Organismo encargado de evaluar las solicitudes de autorización de comercialización de medicamentos, así como su supervisión. La oportunidad era tan grande como las consecuencias de haberla dejado escapar.
La relevancia de la Agencia Europea del Medicamento, y sus potencialidades directas e indirectas, se resumen en algunos datos tremendamente signifcativos. Dispone de un presupuesto que ronda los 340 millones de euros da empleo cualificado a más de mil trabajadores y alrededor de 1600 empresas y 40.000 expertos y técnicos pasan cada año por sus dependencias. No es nada extraño que la lucha en el seno del Consejo de Ministros de la Unión Europea, para designar su nueva ubicación, haya sido dura, sujeta a muchos condicionantes sociales, económicos e, inevitablemente, también políticos.
Barcelona era la gran favorita para relevar a Londres, después de haber sido segunda en 1995. Sin minusvalorar los méritos de algunas de sus competidoras como Ámsterdam, Atenas, Bruselas, Dublín, Milán, Viena, Bratislava o Estocolmo, la ciudad condal ha contado con una posición de ventaja. Ventaja que tristemente se evaporó en apenas unos meses..
Las condiciones que reunía la propuesta de Barcelona eran muy completas, destacando la disponibilidad inmediata de un edificio emblemático como el diseñado por Jean Nouvel y Fermín Vázquez -que fue sede de aguas de Barcelona y hoy es la Torre Glóries-, la importante conectividad del aeropuerto del Prat o, entre otros atractivos, las instalaciones educativas para los hijos de los trabajadores, o seguridad social y asistencia médica para sus familias. Polo de investigación biomédica del sur de Europa, con un prestigio consolidado en el desarrollo y ensayo de medicamentos veterinarios, y sede de la mitad de las grandes empresas farmacéuticas internacionales instaladas en España, muchas han sido las cartas que más tarde se han echado a perder.
La decisión de los ministros de la Unión Europea, designando la nueva ubicación de la Agencia del Medicamento en Ámsterdam para el post-Brexit, ha tenido claramente un carácter político. Era muy difícil que después de la embestida por la independencia Barcelona resultara elegida. Sin duda, a quienes han marcado el camino para el resultado final de la votación les ha pesado mucho la incertidumbre que hoy estrangula a Cataluña. La Agencia abandonaba Londres después de más de veinte años por la salida del Reino Unido de la UE, así que difícilmente iba a apostar por una sede con aspiraciones rupturistas del proyecto europeo.
Frustrado el objetivo de situar en Barcelona la potente Agencia del Medicamento, de inmediato han aparecido los reproches entre el Gobierno de España y los partidos independentistas catalanes. Unos culpan Gobierno central por la aplicación del 155 de la Constitución y por las cargas policiales del día del reféndum, y los otros acusan a los independentistas de estar provocándole una hemorragia a Cataluña y Barcelona con su trasnochado objetivo de independizarse de España y aislarse de Europa.
En la Unión Europea es prácticamente imposible que alguno de sus landers, cantones, regiones, nacionalidades, naciones o comunidades autónomas puedan alcanzar acuerdos si el camino que escogen es contrario a los intereses del Estado al que pertenecen. La derrota de Barcelona como aspirante para acoger la nueva sede de la Agencia es culpa directa de los que han jugado torpemente ha autoexcluirse del proyecto común de Europa. Ahora bien, tampoco parece que Rajoy haya hecho muchos esfuerzos para dar argumentos a los que se quieren marchar de España, poniendo en sus manos un éxito que hubieran reivindicado como propio.
La historia dice que cuando hay estabilidad y entendimiento, cuando se rema en la misma dirección, los logros son más alcanzables, como así ocurrió con los Juegos Olímpicos del 92 o con el Foro Universal de las Culturas del 2004. Por contra, cuando se genera un ambiente de inestabilidad y desasosiego el resultado es un fracaso omo el que acaba de cosechar Barcelona para ser sede de la Agencia Europea del Medicamento.