En apenas cuatro décadas Canarias ha experimentado una enorme transformación. En cuarenta años se ha duplicado la población que reside en las Islas, pasando de 1.363.880 a 2.101.924 personas; las infraestructuras, los equipamientos, la sanidad, la educación, la vivienda, los sistemas de transportes y el bienestar general han cambiado a un ritmo sin precedentes en nuestra historia.
.
La democracia y la descentralización del Estado han dado pie al período de mayor desarrollo social y económico que se haya vivido nunca. Ahora bien, no es menos cierto que si tenemos en cuenta nuestros niveles de abandono y miseria de partida dichas transformaciones se notan más en el Archipiélago. El auge que alcanzó la economía canaria en el periodo citado fue ciertamente espectacular, hasta el punto de haber pasado de ser un pueblo emigrante a estrenarnos como sociedad receptora de población foránea. Más de 700.000 personas se fueron incorporando a nuestro mercado laboral, cuando hay coincidiencia en que un territorio tan limitado como el de las Islas no tiene economía capaz de absorber una cantidad semejante de mano de obra. Por poner un elemento comparativo, en 1980 Euskadi tenía 2.139. 960 habitantes y hoy sólo tiene 2.167.707; entre otras razones, así se explica que ellos tengan una tasa de paro del 12,3% y nosotros del 24,9%.
Algunos hemos venido manifestando desde hace más de dos décadas nuestra preocupación por la falta de oportunidades para la mano de obra local. En una economía de servicios, poco industrializada y especializada como la canaria, la contratación de mano de obra foránea es más atractiva, en general, para el empresariado. Hay una mayor rotación y el vínculo afectivo entre empresa-trabajador se diluye. Otros, han opinado, por contra, que el problema para acceder a los puestos de trabajo por los canarios o la gente que vive aquí, era, sencillamente de formación: no estábamos preparados.
Es verdad que en el sistema productivo canario, como en casi todos los sistemas productivos, hay determinados puestos de trabajo muy especializados que si no los tenemos hay que importarlos. Pero son los menos.
Tiene que ver esta reflexión con las noticias que en los últimos días han aparecido en los medios de comunicación del Archipiélago sobre la falta de albañiles de primera y segunda para la construcción:
El sector de la construcción de Canarias se está topando en su recuperación con un problema que nunca hubiera imaginado: la falta de personal cualificado. Los 145.000 ocupados que había en 2007 han desaparecido con la crisis. Las empresas no encuentran personal con el perfil que demandan. El sector de la construcción ha comenzado a crecer en Canarias y comienza a demandar mano de obra. Las empresas y promotoras no están encontrando mano de obra cualificada y que encaje en el perfil que buscan.
Éstas y otras afirmaciones se multiplican de tiempo a esta parte. Así se está expresando la situación en boca de numerosos agentes económicos y sociales.
No hubiera extrañado mucho que necesitáramos importar directores o personal para la recepciones hoteleras que hablen chino, japonés, ruso o polaco. Tampoco llamaría la atención que tuviéramos que buscar en el mercado del trabajo peninsular o internacional expertos en seguridad informática, ingenieros aeronáuticos, especialistas en comunicación digital, especialistas en Big Date o astronautas. Pero, no siendo eso lo que ocurre ni esos perfiles los que se demandan, si clama al cielo tener que importar albañiles de primera y segunda categoría.
En Canarias vive más gente que capacidad tiene su economía para absorber a los más de 220.000 parados actuales. Nuestro modelo productivo, especialmente volcado sobre los servicios, sitúa los salarios como los más bajos del Estado. Los últimos datos publicados alertan de que el 44,6% de nuestra población está amenazada por la exclusión social y, según las organizaciones de la construcción en el Archipiélago, no tenemos albañiles, los trabajadores de la construcción no quieren ir al sur por lo que le pagan. Todos los elementos anuncian que estamos a las puertas de otra oleada de inmigración para trabajar en aquello que los canarios no quieren. ¿Están las Islas preparadas para que vuelva a acelerarse su crecimiento poblacional?, ¿contamos con infraestructuras y servicios para volver a un incremento de la población como el que vivimos en la década de los noventa y siguientes?