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Hace hoy siete días que finalizó la temporada de fútbol 2016/17. El curso futbolístico se ha ido en un abrir y cerrar de ojos. Doce meses después la situación para nuestros representantes en la Liga de Fútbol Profesional es la misma con la que comenzábamos el verano anterior: la U.D. Las Palmas compitiendo con los mejores en Primera División y el C.D. Tenerife soñando con dejar atrás la Segunda División para incorporarse a la lista de los grandes. En el planeta fútbol nunca se descansa. Acabando una temporada echan a andar los objetivos, las tareas y las ilusiones de la siguiente.

Arrancan semanas de trabajo de despacho para planificar 2017/18. Hay que armar proyectos atractivos que animen a los aficionados, propuestas que alimenten las ganas de fútbol y, en esa dirección, también las de abonarse. Las metas con las que trabajan Consejos y cuadros técnicos en ambas entidades son diferentes.

El Tenerife tiene la vista puesta en lograr el ansiado ascenso a la Gran Liga, máxime después de haberse quedado con la miel en los labios. Después de un titubeante comienzo y de un mal primer tercio del campeonato los  blanquiazules hicieron una magnífica segunda vuelta. Solo un gol les separó del cielo futbolístico. El buen juego de los tinerfeños -acompañado de buenos resultados- fue ilusionando poco a poco a una afición que llevaba mucho tiempo alejada del Rodriguez López.

Los partidos del play off de ascenso contra el Cádiz y el Getafe hicieron recordar momentos vividos en el recinto de la calle de San Sebastián, días de fútbol que aún perduran en la retina de los aficionados como la victoria sobre el Betis, en la promoción 88/89; las dos victorias históricas sobre el Real Madrid o los partidos de competición europea de la temporada 96/97, especialmente contra el Lazio. Han sido hitos que multiplicaron la comunión entre el club y la afición.

Después de la excepcional respuesta de los aficionados y de la decepción que supuso la eliminación ante el Getafe, Miguel Concepción y a su equipo  solo pueden marcarse como objetivo el ascenso, nada más y nada menos que salir a por todas desde la primera jornada en una Segunda División muy competitiva en la que resulta ciertamente complicado garantizar con tanta antelación un ascenso. Sí está al alcance de los dirigentes confeccionar una plantilla equilibrada y competitiva que permita dar continuidad a la marea de ilusión que ha acompañado al equipo hasta el último momento.

Los amarillos de la Unión Deportiva inician la tercera temporada de este nuevo ciclo en la liga de las estrellas y los objetivos parecen claros: asegurar la permanencia y, a partir de ahí, poner la vista en los puestos que dan derecho a participar en competiciones europeas. Las Palmas debe recuperar el buen juego con el que deslumbró especialmente en la primera vuelta de la pasada temporada y mejorar el rendimiento y los resultados lejos del Gran Canaria.

Miguel Ángel Ramirez y los suyos confían plenamente en la cantera. La apuesta decidida por construir una buena plantilla aprovechando al máximo el talento de los jugadores canarios ha dado siempre buenos resultados. Con ese punto de partida lo que puede marcar la diferencia es el acierto que se tenga en las incorporaciones foráneas.

Los momentos más brillantes de Las Palmas han coincidido con un equipo conformado sobre la base de jugadores de la tierra complementados con buenos jugadores de equipo venidos de fuera. Remarco lo de buenos jugadores de equipo porque hay buenos jugadores -excelentes-  cuya calidad individual a veces no mejora el trabajo de conjunto, de equipo. Los fichajes de invierno de esta última temporada -Jesé y Halilovic- fueron acertados pero finalmente los jugadores no cumplieron con todas las expectativas generadas en lo que al rendimiento colectivo del equipo se refiere. Ramírez tiene claro el camino a seguir, y ha demostrado que sabe qué dirección necesita el equipo para hacerse fuerte entre los grandes.

Si Las Palmas y el Tenerife logran los objetivos con los que comenzarán la temporada finales de agosto veremos, por fin, un derbi canario en la élite. El fútbol tiene hoy, con los derechos de televisión, una difusión mundial. Un partido entre amarillos y blanquiazules en Primera División hará que Canarias suene aún más en el planeta.