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15M, bipartidismo, Clinton, corrupción, crisis, democracia, EEUU, elecciones, Estado, Trump
El escándalo provocado por los llamados ‘papeles de Panamá‘ ha incrementado aún más si cabe la indignación de los ciudadanos de a pie, hasta el punto que la tormenta política e informativa que ha traído consigo amenaza planes y metas de muchos políticos y empresarios de todas las partes del planeta, dirigentes cuya credibilidad se ha vuelto tremendamente vulnerable.
En el caso de España, los egoísmos de los partidos y la escasa madurez, responsabilidad y coherencia de las distintas formaciones para encarar un tiempo diferente está impidiendo llevar a cabo las reformas estructurales que ayuden a fortalecer y revitalizar nuestra democracia, siendo como es imprescindible para acercar de nuevo la ciudadanía a las instituciones.
Mientras esto ocurre en España y en los países de nuestro entorno, las elecciones en EEUU empiezan a tener un eco creciente en todo el mundo, acaparando la atención de gobiernos, organismos y medios de comunicación, así como de la mayoría de los ciudadanos. El signo que pueda tener el gobierno estadounidense será decisivo para la política internacional de los próximos cuatro u ocho años, para las relaciones, la seguridad y la economía del mundo.
El creciente interés ante las próximas presidenciales de EEUU, que se celebrarán en noviembre, tiene que ver mucho con la fratricida lucha que se lleva a cabo en el seno de los partidos demócrata y republicano para la nominación de sus respectivos candidatos. Hacia tiempo que la competencia en cada uno de los partidos no alargaba tanto la incertidumbre y así parece que será hasta las convenciones correspondientes.
Las primarias, el martes día 19 de abril, en el tercer estado más poblado, Nueva York, pueden ser decisivas tanto para Donald Trump como para Hillary Clinton. Una cita que llega cargada de suspense por los errores de bulto cometidos por Trump estas últimas semanas, que han hecho crecer y aproximarse a los otros dos candidatos republicanos que quedan en la carrera por la nominación, John Kasich y Ted Cruz.
Al otro lado, en el Partido Demócrata, Bernie Sanders, con un discurso populista y con un apoyo mayoritario de los jóvenes, ha conseguido poner nervioso al equipo de Hillary Clinton, que no contaba con la reacción del aspirante criado en Brooklyn (que ha ganado 7 de 8 las últimas primarias que se han llevado a cabo).
Estas primarias están sirviendo, entre otros análisis, para estudiar el comportamiento del electorado en unos tiempos complejos y llenos de dificultades, llevando a la conclusión de que hay una tendencia de los ciudadanos de inclinarse a apoyar a aquel candidato que más se aproxime a lo que ellos quieren oír.
Algo no se está haciendo bien. Cuando un candidato como Trump está teniendo apoyos que le permiten competir hasta el último segundo en su carrera por la nominación, o cuando Sanders con un discurso lleno de buenas intenciones hace peligrar la opción de la candidata “del aparato” demócrata, Hillary Clinton, es que la política está cambiando a ritmo acelerado, y no solo en Europa. Asoman tiempos nuevos pero no necesariamente mejores, entre otras cosas porque los errores de los partidos tradicionales están alimentando discursos construidos no para gobernar razonablemente sino para ganar a cualquier precio.