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Colaboración

El diálogo y el entendimiento marcan el mejor camino para abordar cualquier proyecto. Los acuerdos nos acercan a las metas y a los objetivos compartidos. Aunar esfuerzos nos hace colectivamente más fuertes. Sumar es ganar.

Cuando se cierran filas, aglutinando diferentes perfiles alrededor de una misma idea, trabajando codo con codo, todos a una, las soluciones llegan antes y mejor.

Hay espacios, como el político, donde las divergencias de partida complican la unidad de acción. En el ámbito profesional ocurre igual. Como así pasa en los retos que un grupo humano se plantee en cualquier disciplina.

Estos días estamos asistiendo al fracaso de esa vocación de acuerdo. Esta semana hemos visto que la división no es la receta que hace falta para avanzar; todo lo contrario, a la política española le está faltando dirigentes capaces de borrar líneas rojas y construir mayorías poniendo el acento en lo mucho que los une.

Pasa en política como ocurre en los ámbitos deportivos, donde de forma muy especial se dan sentimientos compartidos por todos. En el mundo deportivo los proyectos ganadores son aquellos en los que todos trabajan a una por unos mismos colores, por un mismo sentimiento, dejando las diferencias de partida a un lado. Todos nos ilusionamos y vibramos, o nos entristecemos, compartiendo un mismo sueño: ver al equipo de nuestra vida lo más arriba posible.

En el ámbito político conseguir la cohesión, el acuerdo para un proyecto de país compartido, es más complicado. Ahí algunos intereses se están colocando estos días por encima del sentimiento. Prejuicios de diferente naturaleza, malas relaciones personales y escasa cintura dificultan que eche a andar esta legislatura, condenando a España a otras elecciones generales que no parece que vayan a cambiar sustancialmente las cosas.

Distintas visiones del modelo de Estado que se necesita, más centralismo, ruptura o más descentralización, tienen al Estado en una situación de parálisis que frena las grandes decisiones políticas.

Se apela a la transición pero no se actúa en consecuencia. Tras la muerte de Franco un deseo compartido por la inmensa mayoría, la lucha por la libertad y la democracia, dejó de lado lo que nos diferenciaba para sumar en lo que nos unía. Agotada está etapa de casi 40 años, es necesario la búsqueda de consensos que permitan poner las bases, al menos las estructurales, para que la sociedad se ilusione con un futuro más esperanzador que el que en estos momentos se dibuja después de los últimos acontecimientos políticos. Este tiempo de reflexión que se abre hasta las nuevas elecciones de junio debe servir para que los distintos partidos políticos asimilen que estamos en un nuevo tiempo que exige compromiso, diálogo y acuerdos.

En política, como en la empresa o los deportes, las metas compartidas deben constituir una invitación firme a sumar para ganar, a construir mayorías sólidas que den fuerza a los proyectos, aparcando las diferencias y colocando por encima de todo los objetivos marcados.