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El pasado jueves el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, explicó -en el pleno del Comité de las Regiones- las líneas generales del programa de inversión que lleva a su nombre.
Es mucho lo que está en juego; así es para los distintos territorios y, sin duda, también para Canarias. El Plan Juncker prevé la inversión de 315.000 millones de euros en los próximos tres años, entre fondos públicos y privados, a través del Banco Europeo de Inversiones. La meta que se marcha es tan ambiciosa como necesaria: recuperar el pulso inversor en los países de la Unión para dinamizar su economía.
Canarias y el resto de las regiones ultraperiféricas tienen una magnífica oportunidad para impulsar proyectos en áreas estratégicas identificadas por la propia Comisión para estos territorios alejados. Ahora bien, tal y como ya tuve la oportunidad de comentar en Bruselas, ni Canarias ni el conjunto de las RUP están en condiciones de competir directamente con proyectos de enorme dimensión que a buen seguro se diseñarán en el continente.
Desde esa perspectiva, resulta imprescindible que se establezca una reserva de fondos para proyectos en las RUP, pues solo de esta manera lograremos acceder con garantías al programa de inversiones y desarrollar proyectos en materias como las energías renovables, los transportes o la gestión de recursos hidráulicos.
Las RUP somos frontera de la Unión Europea y tenemos una importancia geoestratégica vital para el desarrollo de iniciativas en nuestras respectivas zonas de influencia. Debemos hacer valer esa condición -tantas veces pregonada desde las propias entrañas de la Unión Europea- para aspirar a la máxima consideración en la selección de los proyectos. La Comisión y, en su caso, el Banco Europeo de Inversiones, tienen la oportunidad de concretar en este Plan Juncker el compromiso normativo del Ejecutivo comunitario con el futuro de las regiones ultraperiféricas -los territorios de la Unión con mayores dificultades en materia de empleo, y con una economía condicionada por la lejanía e insularidad-.
En esa dirección, he demandado que se fije un fondo de reserva de 12.600 millones de euros para todas las RUP; una cantidad que no es fruto del capricho, sino el resultado de ponderar el peso de la población de estos territorios en el conjunto de los países miembros de la Unión.
Dado que Canarias cuenta con la mitad de los habitantes de todas las regiones ultraperiféricas, lo lógico es que dispongamos del 50 por ciento de esos 12.600 millones: 6.300 millones de euros para relanzar proyectos estratégicos que ayudarán a dinamizar –de forma muy importante- la economía del Archipiélago; y, en lo que constituye el objetivo principal, impulsaría la creación de empleo de forma considerable.
La Unión Europea está concediendo -ahora más que nunca- mucha importancia a la colaboración con terceros países, y en esa dinámica de trabajo el papel que puede y debe jugar Canarias en el desarrollo económico de los países de África Occidental debe ser muy destacado.
Contamos con todos los argumentos para participar de manera importante en la asignación de fondos del Plan Juncker; solo falta que la Comisión Europea pase de las palabras a los hechos en relación al carácter estratégico de la RUP, algo que viene expresando con reiteración en sus Comunicaciones al respecto. De lo contrario, quedaría en entredicho la solidaridad de la Unión Europea con sus territorios más singulares y necesitados.