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El Rey, en la ONU

Hoy, el reto común que representa el cambio climático ha adquirido una mayor urgencia. Amenaza los equilibrios básicos que hacen posible la vida y la continuidad de nuestra civilización y nos obliga, por ello, a actuar con decisión. Los habitantes de las islas vulnerables del Pacífico, del Índico o del Caribe, o de las zonas costeras en muchos de nuestros países, no pueden esperar; tampoco los habitantes de zonas montañosas donde desaparecen los glaciares, ni los de regiones enteras amenazadas por la desertificación, o quienes dependen para su subsistencia de los mares y de los océanos (…) No podemos esperar, pero sí hay razones para la esperanza. Compartimos un consenso básico sobre el peligro que nos acecha (…) En los últimos años hemos avanzado con medidas que, aun siendo insuficientes, apuntan en la buena dirección. Ahora, toca acelerar el paso. Ya estamos en marcha para conseguirlo. España está realizando la transición hacia un nuevo modelo de crecimiento basado en las energías renovables y en tecnologías limpias. Me permito destacar, con orgullo, que España se ha convertido en el primer país del mundo en el que la energía eólica se ha situado como la primera fuente de generación de electricidad a lo largo de un año completo (…) La escala temporal de la lucha contra el cambio climático se mide en décadas y siglos. Por tanto, no podemos buscar las soluciones ni de forma aislada ni en el corto plazo; solo las encontraremos si somos capaces de forjar un compromiso global y duradero. No podemos permitirnos el fracaso. Hay demasiado en juego. Aseguremos que las siguientes generaciones puedan contemplar desde el espacio la visión que inspiró a mi generación: la de un planeta pequeño y frágil; perdido en la inmensidad del Cosmos, pero todavía capaz de albergar el milagro de la vida”.

Estas afirmaciones, que comparto al ciento por cien, no forman parte de ningún informe del Gobierno de Canarias. Tampoco son palabras del presidente del Gobierno de Canarias. Estas afirmaciones, estas palabras, fueron pronunciadas por el Rey Felipe VI durante la inauguración de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas la semana pasada.

No es la primera vez que el Rey alude en sus intervenciones oficiales al medio ambiente y a la necesidad de actuar en favor de un desarrollo sostenible; en el discurso con motivo de su proclamación ante las Cortes Generales ya se refirió al siglo XXI como “el siglo del medio ambiente”. Comparto plenamente la preocupación del monarca por todas aquellas cuestiones medioambientales y su análisis de que se están dando pasos para girar hacia un modelo de crecimiento basado en las energías renovables y tecnologías limpias.

Efectivamente, no hay otro camino que ése para garantizar a las nuevas generaciones un futuro de prosperidad. En el caso concreto de Canarias, la preservación de los valores naturales y paisajísticos -la protección de la rica biodiversidad que atesoran nuestra tierra y nuestro mar- han de ser objetivos y compromisos irrenunciables de las administraciones públicas.

Creemos en un modelo de desarrollo ligado a esas cualidades, que son las que nos identifican ante el mundo y sobre las que hemos construido la potencia turística que hoy somos.

En ese sentido, cualquier paso que se pretenda dar en la dirección opuesta debe ser valorado por la ciudadanía a la que va a afectar directamente ahora y en el futuro.

Un ejemplo, sin duda, es el caso de las prospecciones petrolíferas: un proyecto que atenta directamente contra nuestros valores más preciados y que pone en riesgo un modelo de desarrollo sostenible, armónico, duradero.

Por ello, resulta imprescindible que se escuche la voz de los canarios de las siete islas en un asunto de tanta trascendencia, que se nos escuche respecto a un proyecto que pone en juego –en riesgo- el modelo de bienestar de la sociedad de nuestro Archipiélago.

No se puede obviar ni desatender la opinión ciudadana en un tema como éste, que tantas sensibilidades despierta.

El Gobierno de Canarias sigue –no podía ser de otra manera- con su hoja de ruta para hacer posible esa consulta, no podemos cruzarnos de brazos ante una decisión –un proyecto- que tiene que ver directamente con nuestro modelo de desarrollo y con la preservación de nuestro medio ambiente.

Luchar contra los grandes intereses privados que subyacen tras el proyecto petrolífero no es tarea fácil, no lo ha sido hasta el momento y no lo será en los próximos meses, pero estoy convencido de que salvaremos todos los obstáculos del camino y lograremos garantizar un futuro mejor en una tierra de oportunidades. Juntos, podemos.

Además de legal, es justo y oportuno que se escuche la voz de los canarios sobre las prospecciones. El Gobierno del Estado debe escuchar a la sociedad de las Islas.

También el Rey debe escuchar a los canarios. Un monarca que en sus discursos muestra su preocupación por la protección de mares y océanos, y que defiende las energías renovables y las tecnologías limpias, debe escuchar a los canarios.

Fotografía: Casa Real/Borja Fotógrafos