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En tanto un posible acuerdo entre los gobiernos de Madrid y Barcelona tendrá consecuencias en otras comunidades -Canarias entre ellas- es inadmisible que ambas administraciones, que ambos presidentes, estén negociando a escondidas.
El encaje de Cataluña no puede convertirse en un secreto de Estado; entre otras cosas, porque lo que está en juego es la relación Estado-Cataluña, pero también la relación del resto de los territorios con el Estado.
La celebración de la Diada llega en un clima de confusión política y ciudadana al que, de forma tan notable como inoportuna, ha contribuido el secretismo que está rodeando la relación del Gobierno del Estado con la Generalitat catalana.
Lamentablemente, la negociación sin luz ni taquígrafos que parecen haber iniciado los gobiernos catalán y estatal –en lo que a transparencia se refiere, el PP no predica con el ejemplo- alimenta esa imagen de improvisación, desgobierno y pocas certezas que tanto está debilitando el peso de España en la escena internacional.
¿Cómo va a generar confianza España con episodios de estas características? Porque, siendo razonable que las Administraciones mantengan reuniones de trabajo de carácter interno –como así debe ser y así ocurre en algunos ámbitos- lo que no parece admisible es que un asunto de Estado -el encaje de Cataluña, y las consecuencias que deriven en cuanto a financiación y otros aspectos- se convierta en secreto de Estado.
Reitero que, sin negar la legitimidad de dos administraciones para establecer los cauces de colaboración y trabajo que crean oportunos, sí resulta sorprendente que lo hagan a escondidas en lo que a este proceso se refiere, hurtando al resto del Estado una información a la que tenemos derecho por los efectos colaterales que –en materia de financiación, por ejemplo- puedan tener dichas conversaciones. Y sorprende doblemente cuando el Gobierno de España lleva meses proclamando que el asunto de Cataluña no incumbe sólo a Cataluña y que, efectivamente, afecta a todo el Estado.
Cualquier cesión por parte del Estado hacia Cataluña –por legítima que sea- implicaría cambios evidentes en las reglas del juego, cambios en las relaciones de la Administración central con uno de sus territorios; algo que, sin lugar a dudas, precisaría de buenas explicaciones y mejores razones. Canarias, en ese sentido, estará muy vigilante.
Ya he dicho en alguna ocasión desde este mismo blog que Canarias no quiere ser más, pero tampoco menos que nadie. Somos el territorio con más singularidades de todo el Estado, el que presenta mayores rasgos diferenciales por su lejanía del continente y por la fragmentación de su territorio, y seguiremos reclamando esta condición para que España asuma ese hecho diferencial como ya lo hacen los tratados europeos.
He dicho y escrito en infinidad de ocasiones, y reitero, que el Estado debe entender que Canarias es un asunto de Estado, porque de lo contrario se corre el riesgo de provocar un problema de Estado.
En lo que al encaje de Cataluña se refiere, ¿es Cataluña un asunto de Estado o un secreto de Estado? Parece que se opta por convertir la negociación en secreto de Estado, un camino que provocará –está provocando ya- recelos y tensiones en buena parte de los territorios que conforman España y en la mayoría de los ciudadanos.
El Presidente catalán Artur Mas,en su cruzada independentista desafiante,parece tener a Rajoy y por ende al Gobierno Central,en sus manos o a pleno chantaje.La Diada callejera, que como presión se extenderá a marea humana en el día de hoy por Cataluña,aparte de un pulso al Gobierno de España,es el arma que mejor parece tener a mano Artur Mas.Desafiante y sin querer saber del art 168 de la Constitución,donde se especifican las condiciones para que se aprueba una reforma constitucional,-pretensión que hizo en su día el Lendakari Ibarreche,y no prospero-el Presidente catalán,invita a salir a la calle a los suyos para poner en jaque al Gobierno,como toda una advertencia de que a Cataluña hay que darle todo lo que pide y más.Aunque las partidas o asignaciones presupuestarias que se le han venido concediendo,se haya hecho asco y despilfarro de ellas.En titular se pregunta:Cataluña,¿asunto de Estado,o secreto de Estado?.A lo visto y a luz bajo el Sol,servidor diría,que el desafío del Presidente catalán
es toda una estrategia al amparo de la pretendida Independencia,que hace que Rajoy,siga rindiéndose a sus pies.Todo un as en la manga,que si Canarias se lo propusiera,ya sea a manera de presión,con mayores motivos aún,podría arrogarse mejor derecho,mejores reclamos.Pero quizás seamos demasiado condescendientes y
tolerantes.Y por ahí nos los dan.Tenemos sin paliativos que decirle a «Madrid»,que Canarias no va a pasar una mas.Porque ya es demasiado.
Suscribo lo que has escrito, desgraciadamente seguimos en el papel del Canarito simpático, yo personalmente preferiría más calidad de vida aunque en peninsula desproticasen de mi.
Pues nada, ya sabemos lo que nos espera a los Canarios, a trabajar mas horas, cobrar aún menos y recibir menos dinero pagando más que nadie para mantener a catalanes, vascos, madrileños y a quien se ponga por delante, spain is diferent…