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Debate sobre el Estado de la Nacionalidad 2011

Una vez concluido el último Debate sobre el Estado de la Nacionalidad de esta legislatura, me gustaría compartir con ustedes mi balance personal en una cita institucional en la que intenté aportar los datos que, desde el realismo, nos hacen pensar en la recuperación.

En mis sucesivas intervenciones, especialmente en la del martes por la mañana, puse de manifiesto todos lo indicadores (incremento del número de turistas y del gasto turístico, la subida de la afiliación a la Seguridad Social, el descenso del paro registrado, el incremento en la recaudación del IGIC, las excelentes perspectivas del Índice de Confianza Empresarial en las Islas, un indicador oficial que cuenta con el aval de las cajas de ahorro…) que ponen de manifiesto que Canarias tiene mejor disposición de recuperarse que España.

Por eso esperamos que la principal preocupación del ciudadano, la economía y el empleo, comience a cambiar este mismo año.

Ofrecí también datos objetivos sobre la mejora de la Educación, insuficientes desde luego, porque queremos estar entre los mejores. Y también en Sanidad, con el importante recorte en las listas de espera, sin sacar pecho porque mientras haya una sola persona en estas circunstancias hay que seguir peleando por acortar los plazos. También la importancia y los logros de la política de viviendas sociales…

En el plano personal, la intervención de 1 horas y 50 minutos del martes por la mañana, sin guión, me provocó un desgaste enorme, algo que nunca antes había experimentado y que lo achaco al alto esfuerzo de concentración para manejar tantos datos de memoria. Nunca había tenido una experiencia de cara al público de estas características que me provocara tanta tensión, que me pasara factura.

Lo que sí me quedó pena es del papel de los representantes del PSOE y del PP. Con todos mi respetos a esos dos grupos parlamentarios, eché en falta que aportaran algún dato que contrastara los que yo puse sobre la mesa, más allá del consabido discurso del que está en la oposición, buscando el desgaste pero sin aportar ni un dato. Porque si algo se puede destacar de mi intervención es la profusión de datos.

Por último, y aunque no quiero desviar la atención de lo importante y quedarme con la anécdota, sí me gustaría reproducir aquí el poema de Nicolás Estévanez al que hice referencia al finalizar mi discurso el martes por la tarde. Con toda mi admiración y respeto por Benito Pérez Galdós, en aquel momento se me vinieron a la memoria estos versos:

«La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mí no me entusiasman
ridículas utopías,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora».