Buenas noches
Este Día de Canarias no se parece a ningún otro. Éste no es un 30 de mayo como los anteriores. Y no lo es porque Canarias está afrontando el momento más difícil de su andadura autonómica.
A finales de 2007 fuimos los primeros en mirar de frente a la crisis. Los primeros en emprender medidas para plantar cara a la situación. Las dificultades no nos cogieron por sorpresa. Pero, como a nadie se le escapa, la crisis desbordó las previsiones no ya de las Islas sino del mundo desarrollado.
Son decenas de miles las familias del Archipiélago con enormes problemas. Sus problemas son nuestros problemas, los del conjunto de la sociedad, de ahí que quiera dirigirme especialmente a ellas.
Me dirijo en primer lugar a quienes peor lo están pasando porque son nuestra principal preocupación. A todos, y especialmente a ellos, les digo que no vamos a rendirnos. Vamos a seguir moviendo cielo y tierra para mejorar las cosas, para sobreponernos a la crisis y remontar el vuelo. Vamos a seguir trabajando con responsabilidad, realismo y firmeza para dar respuesta a los golpes que todos, sin excepción, estamos encajando.
No es fácil. Esta coyuntura económica no se deja vencer fácilmente. Pero hay un mar de razones para la esperanza porque, a pesar de la crisis y de ser el territorio peor financiado, somos la única comunidad autónoma que ha cumplido con el objetivo del déficit y somos una de las menos endeudadas.
A pesar de las dificultades, en 2011 hemos logrado un crecimiento tres veces superior al del Estado, con incrementos en las altas de la Seguridad Social y en el número de ocupados.
Sin embargo, esos buenos datos no han bastado. No es suficiente. A pesar de que Canarias está cumpliendo, mantenemos una más que preocupante tasa de paro.
Hay motivos para la inquietud, es indudable, pero también para la esperanza porque estamos haciendo bien nuestra tarea, como así lo ha admitido recientemente el Ministerio de Hacienda. Un reconocimiento que habla de la solvencia de nuestra comunidad autónoma, de una fiabilidad que es mérito no solo del Gobierno, sino de los cabildos y ayuntamientos, o de los agentes económicos y sociales; en definitiva, de la sociedad en su conjunto.
Canarias genera esa confianza que tanto demanda Bruselas. Siendo así, seamos plenamente conscientes de las dificultades pero también de nuestras fortalezas y de nuestra capacidad para generar nuevas oportunidades. Entre otras cosas, porque, a diferencia de las crisis anteriores, ésta ha llegado a nuestras costas ahora que contamos con un tejido productivo más sólido y con una potente estructura de servicios públicos.
Haciendo enormes esfuerzos, en estos treinta años los canarios nos hemos dotado de una moderna red de infraestructuras que nos ha permitido dejar atrás el subdesarrollo en el que nos encontró la democracia.
Avances que nos llenan de argumentos para afrontar con valentía una realidad que no hemos escondido ni vamos a esconder. La caída de ingresos está siendo tan importante que a fecha de hoy constituye una amenaza al sistema público que con tanto esfuerzo hemos ido construyendo.
Conscientes de ello, todas las administraciones estamos esforzándonos, ajustando el gasto hasta donde sea responsable y razonablemente posible.
Tendremos que ir a más. Debemos seguir redefiniendo prioridades y avanzar en la racionalización de los organigramas y servicios. Debemos seguir adelante con los sacrificios que sean necesarios en el doble objetivo de garantizar la justicia social e impulsar la generación de economía y empleo.
Para Canarias, el compromiso con la igualdad de oportunidades o la defensa de la cohesión territorial no son negociables.
Es por esto que seguiremos impulsando tantas medidas como sean necesarias para garantizar el acceso de todos los canarios, vivan donde vivan, a los servicios públicos.
Igualdad de oportunidades y cohesión territorial que pasan, necesariamente, por contar con unas buenas comunicaciones entre las Islas.
En el transcurso de la última década, tanto el transporte marítimo como aéreo han ganado en cantidad y calidad. Ahora bien, como así se ha puesto de manifiesto en las últimas horas en El Hierro, todavía hay casos que requieren soluciones que den tranquilidad a los ciudadanos, que generen certidumbres en islas con economías frágiles.
En esa dirección, el Gobierno va a dar todos los pasos que hagan falta para corregir situaciones no deseadas.
Ésa es la línea roja que no debe cruzarse en Canarias, donde las rentas son sensiblemente más bajas y las alternativas escasas.
Estamos obligados a un ejercicio de máxima responsabilidad que implica de lleno al sector público, pero que no puede llevarse a cabo sin el concurso del sector privado, de las entidades financieras, de los empresarios, de la ciudadanía en su conjunto. También de los medios de comunicación, que juegan un papel especialmente relevante en una encrucijada como la actual.
La delicada coyuntura económica y presupuestaria, que Canarias sufre más que ninguna otra comunidad autónoma, nos está obligando a tomar decisiones que no nos agradan.
En este punto, cabe recordar al Gobierno del Estado que puede y debe contar con las comunidades autónomas. Puede y debe el Estado creer en los servicios públicos y en el papel de las comunidades autónomas, porque lo contrario conduce a fracturas sociales y territoriales de consecuencias no tan imprevisibles.
Frente a las voces que al calor de la crisis ponen en cuestión el modelo que ha permitido el progreso del Estado y de los territorios que lo conforman, cabe recordar el fracaso del modelo centralista.
No se debe atar de pies y manos a las comunidades autónomas.
En el caso de Canarias, no puede atenderse menos al territorio que más esfuerzo necesita. Madrid debe reconsiderar algunas decisiones porque de otra forma estará alimentando la pérdida de convergencia con el resto del Estado. O, dicho de otra manera, estará propiciando que Canarias se aleje de España.
Hace tan solo una semana, trasladé al presidente del Gobierno de España nuestra disposición al entendimiento, a generar el clima de confianza que se requiere para que ambos gobiernos trabajen desde la lealtad y el respeto mutuo. Una vocación compartida, como así me garantizó al recalcar su voluntad de mantener una buena relación con Canarias.
Aquí, en las Islas, acumulamos una larga tradición de acuerdos en asuntos de envergadura, tanto en el ámbito autonómico como con el Estado y la Unión Europea. Ésa ha sido siempre nuestra disposición y lo seguirá siendo.
No hay otra forma de encarar los problemas, no hay otro camino para solucionarlos. Siendo firmes porque nuestras demandas son objetivamente justas y razonables. Firmes, pero abiertos al diálogo.
Madrid no puede dar la espalda a más de dos millones de ciudadanos que viven a dos mil kilómetros. Debe ser consciente de la verdadera dimensión de los problemas que estamos atravesando, y de las consecuencias económicas y sociales que puede acarrear que no se concrete una verdadera política de Estado con las Islas. El camino no es la confrontación, sino la superación de viejos esquemas para avanzar hacia una menor dependencia del Estado.
Si compartimos la necesidad de impulsar medidas que mejoren el tratamiento que recibe nuestro Archipiélago, todos debemos hacernos escuchar como una misma voz. Demandamos derechos, no privilegios. Pedimos justicia, no discrecionalidad. Necesitamos leyes, no papeles mojados.
Atravesamos el momento más difícil de nuestra historia reciente, y de nosotros -de todos- depende que lideremos la solución o seamos parte del problema. Si hacemos las cosas bien, de todos será el éxito. Si malgastamos tiempo y energías buscando réditos tan partidistas como fugaces, entonces ante la Historia seremos responsables del fracaso colectivo.
Asumamos nuestras responsabilidades, pero lejos de perder el tiempo buscando culpables, volquémonos en la búsqueda de soluciones.
El Estado debe cumplir con su parte, hacer su tarea. Vivimos una situación extrema que requiere que se nos atienda con criterio de Estado y no con cálculos electorales.
En esa dirección, cabe recordar que a Canarias no le sirven recetas que se aplican en otros territorios. Estaremos donde haga falta para hacernos oír, ya sea ante las Cortes, ante el Gobierno o ante la Jefatura del Estado. Porque de esta crisis saldremos de la mano, nunca a manotazos. O salimos juntos o, simplemente, no saldremos.
El Estado puede contar con Canarias, puede confiar en los canarios. Pero debe entender que necesitamos más herramientas para dar respuesta a los problemas actuales, que precisamos de más y mejores instrumentos para generar riqueza y empleo.
Demandamos una política de Estado capaz de comprender que Canarias necesita ir a más.
Necesitamos contar con más mecanismos que nos acerquen a una menor dependencia fiscal y económica. Hace falta un sistema específico de financiación que nos coloque a la par que el resto de comunidades autónomas para, entre otras realidades, poder costear la sanidad, la educación y las políticas sociales.
Con un sistema de financiación específico habríamos podido evitar muchas de las duras decisiones que estamos adoptando. Hacen falta más herramientas para que los canarios impulsemos adecuadamente nuestros puertos y aeropuertos, el comercio exterior, la gestión del territorio.
Quien más necesita no puede recibir menos.
En España merecemos el mismo abrigo normativo que se nos dispensa en los tratados europeos, donde nuestras singularidades están perfectamente reflejadas y garantizadas. Nuestro Régimen Económico y Fiscal precisa de una revisión para reforzarse como generador de empleo.
Necesitamos un marco que nos ayude a seguir girando nuestro modelo económico para hacerlo menos vulnerable y más competitivo. Y, sobre todo, para conseguir que nuestra economía sea capaz de crear puestos de trabajo. La generación de empleo está y seguirá estando en lo más alto de las agendas y de las líneas de actuación.
En esta dirección, hemos propiciado y seguiremos impulsando un pacto por el empleo en las Islas. Un acuerdo del que todos nos sintamos partícipes, y que debe arroparse por una considerable mejora de las políticas activas de empleo financiadas por el Gobierno del Estado.
Siendo nuestro margen de actuación escaso, nuestro compromiso en este terreno es máximo y de ahí que creamos firmemente que es el déficit el que debe subordinarse al empleo, no al revés.
Debe el Estado entender que la recuperación no es posible sólo con ajustes. El control del déficit no puede ser un fin en sí mismo.
Recortemos gastos, pero no derechos. El ahorro es necesario, qué duda cabe, pero ha de complementarse con otras medidas de estímulo para el crecimiento económico. Ambas vías han de explorarse de manera paralela y simultánea, porque de lo contrario los ajustes sólo servirán para debilitarnos y llevar a los que menos tienen a un callejón sin salida.
La inversión pública es fundamental para generar empleo, de ahí la necesidad de que se reconsidere el tratamiento que Canarias ha tenido en las cuentas generales del Estado.
A la espera de que esas decisiones se reconduzcan, en las Islas hemos adoptado medidas de ajuste y contención que nos colocan al límite de nuestras capacidades.
Hemos articulado una batería de acciones para ajustar el gasto en el sector público. Hemos aplicado las restricciones en todos los ámbitos posibles, incluyendo la reducción salarial de los empleados públicos, a quienes debemos agradecer el esfuerzo que están llevando a cabo para hacer realidad criterios de mayor racionalidad y eficiencia.
Esfuerzos en lo público que, razonablemente, deben acompañarse de determinados sacrificios en el ámbito empresarial. Esfuerzos y sacrificios que nos acercarán a una coyuntura más favorable y a las oportunidades que nuestro modelo económico nos brinda.
Porque hay razones para la preocupación, sin duda, pero también para la esperanza.
Contamos con un modelo, por el que estamos apostando, capaz de convivir de forma inteligente con las fortalezas que nos ofrece nuestra biodiversidad.
Estamos potenciando el sector turístico, su excelencia, renovación y diversificación. Somos referencia en el campo de las energías renovables, el tratamiento de aguas, la observación del cielo o la proyección marítima.
Ése es el camino, ése el modelo que Canarias necesita.
Un modelo económico capaz de garantizar el respeto a nuestros valores naturales. Una economía que conviva inteligentemente con la protección de nuestro cielo y de nuestro mar, de nuestro viento, de nuestras fortalezas paisajísticas. Capaz de mantener una relación responsable con el territorio que pisamos.
Ésa es nuestra apuesta y, con ese punto de partida, vamos a seguir plantando cara y defendiendo a las Islas de quienes pretenden poner en peligro esa biodiversidad.
Contamos con nuestro estatus en el seno de la Unión Europea. También con nuestra fiscalidad y con incentivos de primer orden. Jugamos con la baza de nuestra posición geográfica para proyectarnos hacia África, con un mercado de más de 300 millones de personas sólo en el área más cercana al Archipiélago.
Tenemos por delante retos a los que no vamos a renunciar.
Estoy seguro de que Gobierno, cabildos, ayuntamientos, agentes económicos y sociales, colectivos, asociaciones y medios de comunicación sabremos estar a la altura de lo que estos tiempos nos exigen.
Muchos son los obstáculos, sin duda. Pero también tenemos un mar de oportunidades.
Contamos con el mejor capital, y no es otro que el talento y capacidad de las mujeres y hombres que sienten y viven en esta tierra.
Valgan como ejemplos aquellos que homenajeamos esta noche. Luis Alemany, Premio Canarias de Literatura 2012; el Real Club Náutico de Tenerife, Premio Canarias del Deporte 2012; o el proyecto Los Alzados, Premio Canarias de Cultura Popular 2012.
También quienes, personas o instituciones, han sido merecedores de las Medallas de Oro de Canarias 2012. Los Cabildos insulares; la Fundación Canaria El Patio; Francisco Hernández Delgado; César Fernández-Trujillo, a título póstumo; los Bancos de Alimentos de Canarias; la Plataforma Piñera por el Volcán de La Restinga; María Teresa Noreña Salto; La Fundación Canaria para el Sordo, Funcasor; y Fuerteventura Oasis Park.
Somos un pueblo capaz, perseverante y valiente. Tenemos motivos suficientes para mirar con confianza al futuro.
Tenemos argumentos de sobra para encarar con fuerza el presente. Y tenemos un mar que nos define llenándonos de razones.
Santa Cruz de Tenerife, 30 de mayo de 2012
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