Este fin de semana tenemos elecciones en el País Vasco, en las que, por
primera vez en la historia, dentro de esta etapa democrática, el Partido
Nacionalista Vasco ve seriamente amenazada su hegemonía. Además,
sorprende que sea Bildu la formación política que le dispute la primera
posición, tanto en escaños como en votos, situada ideológicamente a su
izquierda e integrada por muchos de los antiguos simpatizantes de ETA.
Al margen de consideraciones pendientes de determinar, para que ninguno de
los asesinatos cometidos por la banda terrorista quede impune, la paz llegó a
Euskadi gracias al esfuerzo, el trabajo, la generosidad y el compromiso de todo
el pueblo vasco. Fue un logro colectivo en el que participaron las fuerzas de
seguridad estatal y autonómica, la justicia, las instituciones, los partidos
políticos y la sociedad en su conjunto, haciendo posible la recuperación de la
normalidad y la convivencia pacífica.
En ese escenario, el nacionalismo radical vasco de izquierdas,
mayoritariamente independentista y liderado por Arnaldo Otegui, ha hallado un
mensaje que ha ido calando en la ciudadanía hasta situarle como favorito en
todas las encuestas de cara a los comicios de este domingo.
Obviamente, la fractura producida entre Podemos y Sumar contribuye también
al crecimiento de la izquierda abertzale.
Ha huido Bildu del mensaje rupturista con el Estado, igual que del chantaje
empleado por los partidos independentistas catalanes (Junts, Esquerra o la
CUP), para centrarse en los problemas reales de la gente. De confirmarse este
domingo lo que vaticinan los sondeos, quedará claro su acierto pleno.
Solo el tiempo determinará si la moderación empleada por Bildu, tanto en
Euskadi como en Madrid, obedece a pura estrategia electoral o realmente
existe una convicción firme por el respeto democrático al Estatuto y la
Constitución.
Pero lo cierto a fecha de hoy es que todas las encuestas conocidas colocan al
bloque integrado por los herederos de la extinta banda terrorista en primera
posición, tanto en número de escaños como en votos. Y que, por primera vez,
el PNV se ve relegado de la posición de privilegio de la que gozó hasta ahora.
Dichos sondeos apuntan a un resultado que puede dar mucho juego a la hora
de materializar los imprescindibles acuerdos de gobernabilidad. De cumplirse
los pronósticos, Bildu obtendría 30 escaños; el PNV, 28; el PSV, 10; el PP 6 y
VOX, 1.
Con estos resultados, el pacto de gobierno más cómodo, el que desea y espera
la mayoría, surgiría del acuerdo del PNV con el PSE. Ambas formaciones
podrían alcanzar los 38 escaños que otorgan la mayoría absoluta. Pero las
formaciones lideradas por Ortúzar y Andueza, respectivamente, se ven en la

obligación de que ninguna falle respecto a los pronósticos, ya que si no
necesitarían de otros apoyos para garantizarse dicha superioridad. ¿Podrían
llegarles del PP? En esta tesitura, y con el fin de evitar un gobierno de Bildu, el
apoyo del PP, desde fuera, a un acuerdo entre peneuvistas y socialistas no es
ciencia ficción. Es más, permitiría a los de Ortúzar recuperar la línea de dialogo
con los populares, sin deteriorar su relación con el PSE.
Las otras dos opciones de pacto posibles, siempre que se cumpla lo que
indican las encuestas, pivotarían en torno a Bildu: o un pacto nacionalista entre
los liderados por Otegui y Ortúzar (poco probable, porque el PNV correría serio
riesgo de perder apoyos en el amplio espacio del nacionalismo moderado) o,
alternativamente, un acuerdo de Bildu con el PSE. En este caso, Pedro
Sánchez intentará disuadir a sus compañeros vascos, por el desgaste que
podría producirle en el resto del Estado un pacto con quienes forman parte de
Bildu y siguen sin condenar los asesinatos de ETA.