El próximo  21 de abril tendremos una nueva cita con las urnas, en esta ocasión el protagonismo lo tendrá el País Vasco. Al igual que las elecciones gallegas del pasado 18 de febrero, será inevitable el impacto que las elecciones vascas van a tener tanto en el ámbito territorial  de Euskadi como en el estatal.

Si nos ceñimos al ámbito territorial del País Vasco, la lucha en el espacio político nacionalista será apasionante. El Partido Nacionalista Vasco está viendo amenazado su liderazgo por el nacionalismo de izquierdas que hoy representa Bildu; el partido liderado por Arnaldo Otegi ha ido creciendo en apoyos electorales en la misma proporción que ha moderado su discurso y forma de hacer política  tanto en Vitoria como en Madrid. Todos los pronósticos apuntan a un próximo gobierno vasco liderado por el candidato peneuvista, Imanol Pradales, o por el de Bildu, Pello Otxendiano; a día de hoy, la igualdad es máxima y el resultado se puede decantar a favor de cualquiera de los dos nuevos líderes nacionalistas.

A priori, los socialistas vascos son serios aspirantes a seguir siendo socios necesarios en la configuración del nuevo Gobierno que surja de las elecciones del próximo mes de abril; su posición puede ser determinante para el nuevo Ejecutivo vasco y puede condicionar los apoyos que Pedro Sánchez necesita en Madrid. Hasta ahora, el presidente ha podido sumar a las dos fuerzas políticas nacionalistas vascas a la mayoría parlamentaria que le sostiene. A pesar de representar intereses sociales y económicos muy dispares, PNV y Bildu forman parte de la suma de los partidos que le permite a la coalición formada por socialistas y Sumar seguir gobernando en el Estado, pero el idilio político que están viviendo en Madrid los dos partidos nacionalistas vascos con la actual coalición de gobierno puede saltar por los aires cuando, después de las elecciones del 21 de abril, los socialistas vascos tengan que optar por seguir apoyando al PNV en Euskadi o tengan que optar por Bildu. 

Es muy probable que la fuerza nacionalista que no sea escogida como compañera de baile por los socialistas para gobernar en el País Vasco quedé tocada y que sintiéndose desplazada pueda tener consecuencias en los apoyos a Sánchez en Madrid. En cualquier caso, a casi dos meses de las elecciones habrá que ir viendo los efectos que puede tener en las próximas elecciones vascas y en la estabilidad del Gobierno de España los resultados de las autonómicas gallegas, el caso Koldo y la caída del PSOE de quien fuera uno sus principales baluartes, José Luís Ábalos. Sin duda, el varapalo sufrido por los socialistas en Galicia y el desgaste político ligado al caso  Koldo puede tener consecuencias en el partido que lidera en Euskadi el socialista Eneko Adueza.

En el horizonte político del año 2024 tenemos también unas elecciones al Parlamento Europeo, en el mes de junio, que serán un buen termómetro para medir las fuerzas de los dos grandes partidos estatales españoles después de los resultados de Galicia y País Vasco. En el apretado calendario electoral que tenemos por delante, no es descartable un adelanto para después del verano de las autonómicas catalanas. La foto que nos dejen las elecciones autonómicas en las tres comunidades históricas, el resultado de las europeas y las conclusiones jurídicas y políticas de los nuevos casos de corrupción terminarán por sentenciar el futuro que le queda a esta legislatura.