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Las encuestas que se han publicado con la mirada puesta en las elecciones del próximo domingo, incluida la del CIS, conducen a España a un panorama que los partidos tendrán que gestionar con responsabilidad, generosidad y sentido de Estado en el ‘día después’. Los sondeos anuncian más de lo mismo, pero los ciudadanos ni quieren ni pueden recibir por respuesta desde la política más de lo mismo. La salida a la situación no puede ser, otra vez, la repetición de elecciones.
Con las tendencias que todos los sondeos confirman, y descartada de antemano la posibilidad de la gran coalición PP-PSOE, articular una mayoría parlamentaria que pudiera sostener a un Gobierno estable será francamente complicado. Una cosa es investir a un presidente y otra bien diferente que tal investidura garantice la gobernabilidad del Estado. Esta vez se logrará el primer paso, pero conseguida la formación de Gobierno se abrirá un tiempo de incertidumbres e inestabilidades, una legislatura corta -como máximo de dos años- con un Ejecutivo que no podrá abordar las reformas estructurales -que requieren de mayorías cualificadas- para dar el impulso democrático que la sociedad demanda.
Curiosamente, el peso de la responsabilidad de facilitar que haya un Gobierno y de que se tenga que volver a las urnas no va a recaer en el partido más votado, ni siquiera en el segundo; sobre el tercer partido en número de escaños caerá toda la presión y la responsabilidad de que España tenga Gobierno y, sobre todo, qué Gobierno.
Si los datos de las últimas encuestas se confirman, la noche del 26-J los socialistas pueden verse abocados a tener que elegir entre facilitar un Gobierno del PP, absteniéndose, o formar parte de un Gobierno de izquierdas presidido por Iglesias. Los datos del CIS despejan uno de los obstáculos más importantes a los que se agarraba Sánchez para no conformar un Gobierno con Podemos a raíz del 20-D -que no sumaba por la izquierda sin los independentistas-. Ahora el Centro de Investigaciones Sociológicas pronostica que la suma de Unidos Podemos y el PSOE puede dejarles a no demasiados escaños de la mayoría absoluta.
A Sánchez ya no le vale el discurso de diciembre y posiblemente se encuentre con que tampoco tiene discurso para junio. La posibilidad de tener que apoyar a Iglesias como presidente horroriza a sectores moderados socialistas, que ven cómo Podemos avanza en su espectro ideológico. Prefieren que se facilite gobernar al PP, en una legislatura corta, que permita al PSOE recomponerse en la oposición y volver a la carga cuando pierda fuerza el ‘efecto Podemos’. En esta posición se sitúan Felipe Gonzalez, Alfredo Pérez Rubalcaba, presidentes autonómicos como los de Extremadura y Aragón u organizaciones territoriales como la andaluza.
Protagonismo no le ha faltado a Sánchez. Ha sido el centro de atención en el largo período en que intentó formar gobierno y, sin duda, lo tendrá una vez que se conozcan los resultados del 26-J. Dado el escaso margen en el que se mueven los bloques de derechas o izquierdas para conformar una mayoría suficiente, bueno sería conocer cuanto antes a qué opción respaldarán los posibles representantes canarios de NC y CC.