Etiquetas

, , , , , ,

Tintín

El pasado martes el terrorismo volvió a sembrar el pánico y la angustia. Han incrementado otra vez, y no será la última, la percepción de impotencia y vulnerabilidad que tienen millones de ciudadanos, principalmente quienes viven en las principales ciudades europeas.

Han golpeado en el corazón de Europa, en Bruselas. Se une así la capital comunitaria a lugares especialmente simbólicos como Nueva York, Londres, Madrid o París, sacudidos en ocasiones anteriores por ataques terroristas de enorme magnitud y daño.

Acciones, todas ellas, en las que los terroristas sacrifican sus vidas para llenar de sangre y muerte las ciudades con más proyección y repercusión global. El hecho de que sus cuerpos sean convertidos en explosivo hace muy difícil contener con eficacia, con medidas militares y policiales, a este tipo de terroristas.

Estamos obligados a encontrar un camino. No podemos bajar los brazos. No es posible rendirse o resignarse a convivir con la sombra de la amenaza terrorista.

En la 59ª Asamblea General de la ONU, el 21 de septiembre de 2004, el entonces presidente del Gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero lanzó la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones. Apenas tres años después, el 21 de abril de 2007, la ONU adoptó el programa de Alianza de Civilizaciones, bajo la Secretaria General de Ban Ki-moon y con sede en Nueva York.

El programa propuesto tiene como puntos fundamentales la cooperación antiterrorista, la corrección de las desigualdades económicas y el diálogo de las distintas culturas que marcan el ser y estar de pueblos y ciudadanos.

En mayo de 2010 el Gobierno de los EEUU se incorporó al Grupo de Amigos de la Alianza, reconociéndola como una importante iniciativa que busca el mejor entendimiento entre las culturas y los pueblos. Casi una década después de haber puesto en marcha ese espacio de debate y diálogo multicultural han avanzado más quienes emplean la sinrazón de las armas, para aniquilar a aquellos que piensan y creen de manera diferente, que la cordura y la convivencia.

Hacer frente al terrorismo internacional es tarea compleja pero, junto a las medidas policiales, deben intensificarse las acciones para avanzar en la consecución de los objetivos fijados en el programa de la Alianza de Civilizaciones, entre los que deben tener prioridad la lucha contra la marginación, el impulso de medidas para acortar las desigualdades y la intensificación del diálogo y el conocimiento entre culturas.

Cualquier cosa menos claudicar o concluir que el terrorismo nos ha ganado la partida. No podemos resignarnos. Hay que buscar un camino y esa ventana hacia la razón y la tolerancia pasa por desactivar sinrazones y desigualdades.

Imagen: Audrey Pérez