Toma de posesión del rector de la ULPGC

Vivimos tiempos difíciles. Tiempos tremendamente exigentes. Exigentes con el buen gobierno de lo público. Con el empresariado. Con los sindicatos.Con las organizaciones y los colectivos. También con las universidades.

Tiempos que nos obligan a multiplicar esfuerzos, que nos imponen incrementar la eficiencia e introducir mejoras en la gestión de los recursos. Porque el modelo necesita ser mejorado, es cierto.

Ahora bien, no nos dejemos arrastrar por las voces que alimentan su desprestigio. No caigamos en la trampa de culpar a este modelo de la crisis. No es verdad. Y no lo es porque el problema no es el modelo.

Es necesario mejorar su gestión, es cierto, pero nunca enterrarlo o sustituirlo. Eso sería tanto como abandonar el irrenunciable compromiso de la justicia social y la igualdad de oportunidades.

Hablo del modelo de sociedad en la que todos, sin excepción, hemos trabajado en las últimas décadas.

Hablo de un modelo que ha permitido modernizar nuestros servicios públicos, mejorar nuestras infraestructuras y comunicaciones, fortalecer nuestro tejido productivo, impulsar la preparación y facilitar el acceso a la formación de las mujeres y hombres de las Islas del siglo XXI.

Un modelo que exige correcciones, mejoras. Pero un modelo de sociedad que merece ser defendido. Como defendidas merecen ser nuestras universidades.

Defendidas porque han sido, son y deber seguir siendo una pieza central de ese modelo al que aludo.

Una herramienta imprescindible en el camino hacia una Canarias donde la igualdad de oportunidades y la cohesión social sean los valores que la definan.

Las dificultades no son pocas. Pero, lejos de bajar los brazos, debemos encontrar soluciones que den respuesta y planten cara a una realidad presupuestaria ciertamente asfixiante.

Todos, sin excepción, estamos obligados a hacer más con menos.Todos debemos ser plenamente conscientes de que, en términos presupuestarios, nada es igual y nada volverá a ser igual que antes.

Eso sí, no necesariamente debemos concluir que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es así.

Diferente, pero no mejor.

La bonanza de las últimas décadas nos ha permitido avances sociales –y educativos- que debemos celebrar. Y ahora, en una coyuntura económica enormemente compleja, lejos de caer en el derrotismo hay que seguir trabajando duro.

Trabajando duro en la identificación de los numerosos retos emergentes.En la definición de las reformas necesarias.

En impulsar desde lo público (y lo privado) acciones que nos ayuden a corregir las debilidades del sistema, pero sin renunciar a sus fortalezas.

Fortalezas que tienen en las universidades, y en el modelo educativo en su conjunto, razones de sobra para pelear por su presente y futuro.

Las universidades merecen ser defendidas. Y defenderlas implica buscar soluciones a pesar de los obstáculos presupuestarios que se nos cruzan en el camino.

Defenderlas significa cortar el paso a determinados argumentos y datos que, manejados con perversión, alejan de la realidad.

Porque perverso es que el Estado justifique la drástica reducción de recursos públicos, para las universidades, amparándose en una cifra de abandono del 30%.

Es perverso. En la búsqueda de un paraguas que justifique esos recortes, han escondido que el porcentaje real de abandono es del 12%, y lo han hecho contabilizando como abandono lo que realmente son cambios de preferencia.

Como perverso es alimentar, con poca claridad y enorme intención, la idea de que “sobran universidades”.

En este punto, cabe recordar que mientras en Estados Unidos hay una universidad por cada 100.000 habitantes y en Reino Unido una por cada 250.000, en España contamos con una por cada 500.000 habitantes.

En Canarias contamos con dos universidades que trabajan para una sociedad de dos millones de ciudadanos.Los números arrojan luz donde otros alimentan sombras.

Nadie pone en duda que, en muchos casos, las dificultades presupuestarias no dejan más salida que la de adoptar decisiones tan incómodas como inevitables.

Pero esas decisiones deben adoptarse sin falsear la realidad o los hechos.

El Gobierno de España ha aprobado un incremento muy significativo de las tasas universitarias.

Se ha dado un paso atrás.

Es, sin duda, un retroceso en el objetivo de garantizar la igualdad de oportunidades.Una política como la emprendida requiere actuaciones compensatorias, un mayor esfuerzo en becas.

Esperemos que esta situación, injusta, pueda corregirse en el trámite parlamentario.

Aquí, en Canarias, hemos disfrutado de las tasas más bajas de todas las universidades del Estado.Ha sido y es una política, un compromiso, que responde a la realidad socioeconómica del Archipiélago.

Lamentablemente, la decisión del Gobierno del Estado nos obliga a incrementarlas.

Ahora bien, nuestras tasas seguirán siendo de las más bajas, facilitando así en mayor medida el acceso de quienes cuentan con menos recursos.

Muchos son los problemas, pero aún mayores son los retos que tenemos sobre la mesa.

Lejos de empezar de cero, tenemos buena parte del camino ya recorrido en muchos ámbitos.

Nuestras universidades han hecho un trabajo más que notable en su adaptación a Bolonia.Han demostrado que pueden, saben y deben emprender algunas metas de forma conjunta, como así ocurrió con el Campus de Excelencia.

Tenemos un abanico enorme de oportunidades si abrimos las universidades a las economías emergentes de nuestro entorno geográfico.En ese camino, debemos impulsar los cauces para que estudiantes de los países del África Occidental se formen en nuestros centros. Una dinámica que con los años reforzaría una cooperación y unas relaciones comerciales de ida y vuelta.

El curso escolar 2011/2012 está siendo, sin duda alguna, un curso decisivo.

Esto es así tanto por la importancia de las acciones que se están desarrollando, como por las circunstancias derivadas de la crisis económica que tantos cambios sustanciales está generando.

Con todo, hay razones para la ilusión y el optimismo.Pese a las dificultades, hay mucho trabajo por hacer para seguir acercándonos a las metas que nos hemos fijado.

Las circunstancias adversas definen un momento que invita a mejorar la adaptación de nuestro modelo educativo a las necesidades de la realidad laboral.

En ese sentido, estamos haciendo especial hincapié en preparar y ofrecer las herramientas necesarias para dar respuesta y alcanzar el éxito en el nuevo modelo social, económico y cultural que se está dibujando.

Trabajando hombro con hombro con ambas universidades, el Gobierno seguirá impulsando cuantas políticas ayuden a mejorar la oferta formativa.

El objetivo es incrementar la competitividad de las universidades y, consecuentemente, del tejido productivo canario.

En los últimos años el Gobierno y las universidades han colaborado de manera estrecha.

No hay otro camino. No podemos permitirnos distracciones ni polémicas estériles.

La colaboración, el respeto y la lealtad institucional son única manera de avanzar.

Vivimos un tiempo tremendamente exigente, y esa exigencia debemos afrontarla en la convicción de que la coyuntura económica y presupuestaria debe abrirnos las puertas a un modelo más capaz, más fuerte.

Si algunas oportunidades decaen, generemos las condiciones para que afloren otras.Si los problemas presupuestarios complican el gobierno de lo público, propiciemos escenarios que nos acerquen a una mejor gestión del modelo.

Si creemos que de esta crisis solo se saldrá si mejoramos la preparación y el conocimiento, sentando las bases de un tejido más competitivo, apostemos por nuestro sistema educativo y por nuestras universidades.

Si queremos una sociedad que tenga en la cohesión y en la justicia social los valores que la definen, defendamos los servicios públicos –y sin duda la Educación-.

Y hagámoslo desde los consensos y el diálogo.

Nuestra sociedad no quiere tensiones, sino soluciones.

Propiciemos el clima que ayude a trabajar desde el entendimiento y la colaboración.

Las universidades lo demandan.

El Gobierno se compromete a que así sea.

En esa dirección, sólo me queda felicitar y desear toda la suerte al equipo que liderará los retos y las metas que se ha marcado la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

En ese camino contarán con el Gobierno de Canarias.

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria,  23 de abril de 2012.

Foto: Canarias 7

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