Permítanme que mis primeras palabras sean de felicitación.
De felicitación a la comunidad universitaria, que ha dado muestras –una vez más- de una enorme madurez democrática durante el proceso que hoy concluye con este acto de toma de posesión.
Ustedes –profesores, alumnos y personal de administración y servicios- sitúan a esta Universidad a la altura que la Universidad tiene y merece. A la altura que la sociedad demanda. A la altura que la Universidad se ha ganado a pulso.
Enhorabuena a todos. Y a todos, sin excepción, cabe agradecerles que su afán compartido –desde sus distintos enfoques o análisis- sea engrandecer a esta institución.
Enhorabuena al doctor Eduardo Doménech. La responsabilidad no es poca. Y él bien que lo sabe.
A él, a su equipo, y a todos los que día a día hacen realidad esta Universidad, les deseo todos los éxitos. De su acierto, y entrega, dependerá el presente y futuro de la institución.
En un reciente coloquio sobre el futuro de las universidades, el profesor Doménech hablaba de los tres aspectos en los que –a su juicio- debe sustentarse la realidad universitaria: la docencia, la investigación y la innovación.
Apuntó, en ese momento, que la Universidad de La Laguna está mejor situada en el vértice de la docencia que en los otros dos. Efectivamente, las universidades canarias, como las del resto de España, han de encarar retos de la máxima importancia a medio plazo.
Para ello es imprescindible equilibrar esos tres vértices. Con un objetivo final: mejorar nuestra competitividad. Sólo hay un camino para alcanzar esa meta: la calidad. Calidad en la enseñanza. Calidad en la investigación. Calidad en la innovación.
El Gobierno que presido ha trabajado de manera intensa en los últimos años -junto a las dos universidades canarias- en esa línea. En el único camino posible. En el mejor camino.
Arrastramos, todavía, los efectos de una virulenta crisis que ha obligado a repensar el modelo que queremos para el futuro. Para un futuro que estamos pisando. Otra es la realidad, otras las preguntas. Otras deben ser las respuestas.
Nuestra sociedad debe reforzar la formación como pieza central de un desarrollo responsable, inteligente. Debemos actuar en una doble dirección.
Por un lado, trabajando para que la sociedad vuelva a tomar conciencia real de la importancia de la educación.
Por otro, aplicando todas las medidas necesarias para mejorar la preparación de nuestro capital humano. El futuro, que ya es presente, habla de la cultura del esfuerzo, de prepararse a conciencia. No hay atajos. No hay más camino que el trabajo, la dedicación y el compromiso.
Debemos encarar nuestro tiempo con amplitud de miras. En la convicción de que nuestra posición geográfica es hoy, al contrario de lo que sucedía décadas atrás, ventaja competitiva.
Debemos mirar hacia Europa y a su Espacio de Educación Superior, y hacerlo con la confianza de que sabremos estar a la altura para competir con los mejores.
Y debemos mirar hacia nuestro entorno más próximo para afianzar nuestro liderazgo.
Trabajando hombro con hombro con ambas universidades, el Gobierno seguirá impulsando cuantas políticas ayuden a mejorar la oferta formativa y, sin duda, contribuyendo al reto del Campus de Excelencia Internacional.
Dos aspectos fundamentales, a mi juicio, en el objetivo de incrementar la competitividad de las universidades y, consecuentemente, del tejido productivo canario.
En los últimos años el Gobierno y las universidades han colaborado de manera estrecha. No hay otra forma de avanzar. No hay otro camino. No hay otra manera de afrontar las metas que tenemos planteadas.
No hay atajos. No hay más camino que el esfuerzo, la entrega y la colaboración desde el respeto y la lealtad.
La Laguna – 2 de mayo de 2011