Premio… Joven… Canarias…
Me detengo en cada una de las palabras que forman el nombre de esta gran iniciativa y cada una de ellas me evoca, por separado, una multitud de sensaciones y de ideas.
Juntas, todo un universo de certezas, historia, sueños, realidades y proyectos que tienen como eje común nuestra tierra, nuestra gente.
Comienzo por Canarias. Esa casa común cuya sola mención provoca que nuestros corazones vibren de emoción en toda la extensión de nuestra geografía y mucho más aún en la distancia.
Una Canarias que percibo joven, en sentido estricto y también en el figurado.
Que me atrevería a decir atraviesa en este momento histórico su etapa de adolescencia tras siglos de sometimiento y abandono, una adolescencia dura, no cabe duda, pero con todo un horizonte de madurez por delante.
Un futuro cargado de esperanza que tenemos que fraguar, estamos fraguando, desde ya mismo.
Un archipiélago que vive, como todo el mundo occidental, una etapa convulsa marcada por la crisis económica, pero una etapa que también nos invita a reflexionar y a sacar lo mejor de nosotros mismos para revisar todo aquello que hayamos podido hacer mal y descubrir lo mucho bueno que aún nos queda por hacer.
El derrotismo, la negatividad, la resignación ni conducen a nada ni han sido señas jamás de la identidad isleña.
Muy al contrario, el canario se ha destacado siempre por su esfuerzo, por su trabajo, por su contribución positiva y por su capacidad y disposición para superar las adversidades.
Y déjenme decirles que hoy día también, tras la cortina de humo de la crítica fácil y sin sustento que sectores minoritarios pretenden desplegar sobre la realidad, son miles los canarios que continúan, continuamos, trabajando en positivo, con esfuerzo, dedicación y optimismo por cambiar las cosas.
Por una Canarias mejor.
Son muchos y, entre ellos, una gran proporción de jóvenes. Más quizá de la que alguno podría imaginar.
Y aquí enlazo con el segundo de los conceptos que nos trae aquí esta noche: Joven.
No descubro nada nuevo si digo que la juventud es, más allá de la etapa de aprendizaje con la que muchas veces se identifica, también la etapa de mayor atrevimiento, mayor riesgo en la propuesta, máximo compromiso con la vida y el futuro.
Una etapa vital por excelencia que, bien encaminada, constituye uno de los factores de progreso de toda sociedad, a la vez que póliza de seguro de su pervivencia, de su continuidad.
Tengo a los jóvenes permanentemente presentes en mi actuación y responsabilidad, esa juventud que pasó de la noche a la mañana de la penuria económica y del esfuerzo sin límites en nuestros campos o nuestras costas al milagro del dinero fácil, del éxito sin esfuerzo, al socaire de ese ‘boom’ del turismo y de la construcción, que tan bien hizo a nuestra economía, pero que tan frágil ha dejado nuestro tejido social.
Hablaba antes de los valores de esfuerzo, positivismo y superación del canario. Y, en esa misma medida, son valores también atribuibles al joven canario.
Valores que han estado dormidos en las últimas décadas y que hoy constituyen, en mi opinión, la única herramienta posible, no sólo para salir de la crisis, sino también para configurar ese futuro que todos deseamos.
Y esos valores comienzan a despertar.
El joven canario comienza a entender que sin sacrificio no hay recompensa, sin estudios no hay trabajo, sin positivismo no hay esperanza a la que agarrarse y sin ánimo de superación no hay alternativa a la desgracia.
Ése es el premio: la lógica recompensa al esfuerzo.
Contrariamente a lo que la sociedad de consumo pretende mostrar: fama fácil, éxito fugaz, aplauso superficial, sólo hay auténtico premio para aquel o aquella que ha sido capaz de apostar por sí mismo y por la sociedad, para el que se ha formado, para el que contribuye al progreso, para el solidario, el entregado, el consciente, el sensible, el que mira al futuro siempre en positivo…
Y en Canarias, como digo, los hay, muchos, y cada vez más.
Los hay en los campos y también en las costas, como ha sido siempre tradicional, pero también los hay en las fábricas y las empresas, en los clústers, en el terreno de la innovación, de la ecología, de la política, de las ONG, del deporte, en la cultura, en Internet…
Y éstos que premiamos esta noche son una magnífica representación de todo ese caudal nuevo del que un gobernante, y toda la ciudadanía, ha de sentirse tremendamente orgulloso.
Porque aportan soluciones y esperanza. Porque son realidad y también futuro de nuestras islas.
Porque su premio es sólido y no banal.
Su juventud es una juventud esforzada y solidaria.
Y porque son y trabajan en, por y para nuestra tierra.
Son Premio… son Joven… y son Canarias.
Castillo de San José, Lanzarote – 12 de agosto de 2010