La declaración de La Gomera como Reserva de la Biosfera llega cuando aún no se han curado las heridas que el incendio del pasado agosto produjo en los montes y en los pueblos de La Gomera.
Cuando aún muchos vecinos no han podido superar las pérdidas de sus casas, sus enseres o sus animales.
Una tragedia –el incendio- que, eso sí, puso nuevamente de manifiesto la entereza, la madurez y la solidaridad de los gomeros.Un suceso en el que la unidad de los canarios de las siete islas estuvo por encima de las llamas.
Que hoy La Gomera pueda recibir esta declaración como sexta Reserva de la Biosfera de Canarias es, por encima de todo, un éxito que merecen sentir como propio todos y cada uno de los gomeros.
Un mérito, por lo tanto, de los que viven en la Isla y de quienes, por circunstancias diversas, se han establecido en otros lugares. De hombres y mujeres que entendieron hace ya décadas que desarrollo y medio ambiente debían ir de la mano, y convivir de forma inteligente.
De gomeras y gomeros que siempre han tenido muy claro que progreso y sostenibilidad son -deben ser- modelos compatibles. Que son, y deben ser, objetivos que impulsen el desarrollo humano al tiempo preservando los recursos y riquezas naturales.
Sin la implicación individual de los habitantes de La Gomera, para que esto fuera así, no habrían dado sus frutos los esfuerzos realizados desde las administraciones para acompasar y armonizar el crecimiento económico y social de la Isla con la conservación de su diversidad biológica.
Sin el concurso de todos, de todos sin excepción, ese desarrollo inteligente al que antes aludí no habría sido posible. Sin ese compromiso colectivo no se habría conseguido.
Felicidades, pues, en primer lugar, a los gomeros y a las gomeras.
Felicidades, también, a todos los canarios.
Felicidades porque ésta que hoy se entrega es la sexta declaración de Reserva de la Biosfera que obtiene nuestro Archipiélago por parte del Programa ‘Hombre y Biosfera’ de la Unesco. Prueba de que, con algunos errores pero con muchísimos aciertos, los canarios emprendimos hace años el camino de la sostenibilidad.
Un camino, el de la sostenibilidad, que trata de dar respuesta a una cuestión que se puso sobre la mesa de los países más industrializados a mediados del siglo XX: cómo atender las necesidades de desarrollo económico y social del ser humano, sin continuar la progresiva y alarmante espiral de degradación ambiental del planeta.
Esa preocupación generó una corriente de reflexión global de la que surgió a su vez una reformulación del crecimiento, una nueva manera de abordar el progreso. Había que crecer sí, pero de otra manera.
Surgió así la apuesta por un modelo que armonizara economía, población, derechos humanos, respeto ambiental y conservación del patrimonio cultural y natural de los pueblos. Consecuencia de ello fue, por ejemplo, la creación en 1971 de la figura de la Reserva de la Biosfera por parte de la Unesco. Ecosistemas de especial valor natural y paisajístico en donde puedan estudiarse las interacciones entre el hombre y el medio ambiente.
Sin duda, las Reservas de la Biosfera sirven para recordarnos que nuestra convivencia con la tierra que pisamos exige compromiso y responsabilidad. De ahí que sea indispensable la implicación individual y colectiva en la conservación de nuestra biodiversidad, pues solo de esa manera el modelo de desarrollo sostenible alcanzará las metas perseguidas.
La sostenibilidad no puede imponerse por decreto. Hace falta, sí, un marco político que lo ampare. Medidas y acciones de los gobiernos que la impulsen. Leyes que la protejan. Y todo ello, en todos los niveles: local, autonómico, estatal e internacional.
Para que el desarrollo sostenible sea un éxito es indispensable el concurso de todos. Y cuando digo todos, me refiero a la iniciativa pública y también a la privada, a la responsabilidad institucional y a la implicación individual, sectorial y empresarial.
La sostenibilidad implica una mentalidad que nos compromete a todos. Un modo de vida que, permanente en el tiempo, acabe definiéndonos y explicándonos como sociedad. Una forma de vida. Un modelo de convivencia. Una manera de avanzar.
Las seis declaraciones de Reserva de la Biosfera con las que cuenta Canarias son la demostración de que ese compromiso es una realidad en el Archipiélago. Un compromiso con nuestro desarrollo. Con otra manera, responsable, inteligente y equilibrada, de crecer.
La declaración de La Gomera como Reserva de la Biosfera no es, ni mucho menos, el final del recorrido. Este reconocimiento es un paso más en el objetivo que nos hemos fijado. A partir de aquí, se abren nuevos horizontes para los hombres y mujeres de esta Isla porque la declaración por parte de la Unesco permitirá proteger aún más su riqueza paisajística, sus valores naturales y su biodiversidad.
La Gomera cuenta con una nueva herramienta, con un nuevo aliciente, para el progreso.
Enhorabuena
La Gomera, 7 de noviembre de 2012