Acto de la Fundación Juan Negrín

En primer lugar, quiero agradecer a la Fundación Juan Negrín su amable invitación a este acto.

Una cita, la que hoy nos reúne, que constituye una contribución más –un paso más- al conocimiento y reconocimiento de una de las personalidades más relevantes que ha dado nuestra tierra.

En nombre de los canarios de dentro y fuera de las Islas, felicito a todos cuantos, con su esfuerzo y dedicación, están ayudando de forma impagable a que se entienda, valore y dimensione correctamente su figura.

Una tarea, ésta a la que aludo, que tiene un camino hecho; pero que, sin duda, tiene por delante un interesante recorrido.

Ampliar el entendimiento y la comprensión de la trayectoria y legado de Juan Negrín es, lisa y llanamente, un acto de justicia.

Es una labor imprescindible –“de obligado cumplimiento”, podríamos decir- porque así lo merece uno de los personajes intelectualmente más enriquecedores del siglo XX.

Negrín lo merece, y Canarias se lo debe.

No me extenderé glosando su figura, de sobra conocida por todos los presentes.

Pero sí me gustaría subrayar al intelectual y al político.

Al político valiente que hoy, con el paso de los años, sigue revelándose como un destacado defensor de las ideas.

Valedor coherente y firme en su interpretación de la realidad que le tocó vivir.

Un hombre sensato. Conciliador como pocos.

Sensatez, capacidad de diálogo, firmeza.

Valores, todos estos, especialmente necesarios en el presente que ahora pisamos.

Un hombre, un político, que estuvo a la altura en un tiempo tremendamente complejo.

Pero no fue la dificultad adversaria capaz de minar al hombre libre que nunca renunció a sus ideales.

El sentido del deber y la vocación de servicio fueron sus banderas a lo largo de su trayectoria, de su vida.

Consciente de su papel en la Historia -que él entre otros escribieron-, Juan Negrín siempre se mostró dispuesto a defender sus principios.

Hasta las últimas consecuencias. Sin concesiones.

Defendiendo la causa de las libertades como un acto de servicio a su país y a su gente.

Y haciéndolo por encima de cualquier atisbo de egoísmo, o de los propios intereses políticos y partidistas.

Su ejemplo debe seguir iluminando a todos los que, como él, creemos en los valores irrenunciables de la democracia y la libertad.

Precisamente por eso, debemos seguir trabajando en divulgar su legado a las nuevas generaciones.

Gracias al esfuerzo de personas como ustedes, podemos seguir profundizando en el conocimiento de su obra y en el reconocimiento de su labor.

El traslado del archivo documental a Las Palmas de Gran Canaria es un paso importante, sin duda.

Un paso más para saldar la deuda de gratitud que todos los canarios tenemos contraída con uno de nuestros paisanos más ilustres.

Permítanme que termine estas palabras reiterando mi felicitación a la Fundación por el trabajo que viene realizando, y agradeciendo especialmente su presencia a la familia Negrín.

Por lo demás, aprovecho para reiterarles el firme compromiso del Gobierno que presido en la tarea de seguir colaborando en una labor necesaria, en un acto de justicia.

Que no sólo dignifica el nombre de Juan Negrín, sino el de Canarias.

Las Palmas de Gran Canaria – 11 de noviembre de 2010

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