Junto a los actos partidarios de los fines de semana, que todos los partidos políticos
vienen celebrando ya, el runrún de un posible adelanto electoral adquiere más y más
fuerza con el paso de los días. Pedro Sánchez activa su presencia en todo tipo de
eventos sectoriales y prepara el terreno para lo que pueda venir. A pesar de su
determinación para cumplir la legislatura hasta el final, en 2027, sabe que el calendario
lo van a marcar las circunstancias y no solo su voluntad política.
Desde que prosperara la moción de censura a Rajoy, el presidente está en manos de
sus socios parlamentarios, todos aquellos que le ayudaron a auspiciarla y que le
mantienen desde entonces en La Moncloa.
Las denuncias por corrupción que caen sobre quienes han sido sus principales
apoyos, tanto en el partido como en el Gobierno, igual que sobre miembros de su
familia, le han dejado tocado. Pero, de momento, no le han podido hundir. Si las
causas judiciales que le acechan no terminan de comprometerle, será difícil que sus
socios parlamentarios le dejen caer.
Ahora mismo, a tenor de los diferentes trabajos sociológicos conocidos, parece que el
bloque ultraconservador conformado por el Partido Popular y Vox podría superar los
176 escaños que representan la mayoría absoluta. Y ese probable escenario político
deja fuera del tablero a Partido Nacionalista Vasco, Esquerra, Junts, Podemos y el
resto de partidos minoritarios con representación en las Cortes Generales.
Por lo tanto, resulta improbable que los aliados parlamentarios que hasta ahora
sostienen a Sánchez acaben por dejarle caer. De ahí que se pueda concluir, en un
sencillo análisis de la situación, que un hipotético adelanto electoral, de confirmarse
las previsiones actuales, situaría a PP y VOX con todo a favor para llegar al Gobierno.
Además, es muy probable que se acreciente la incomodidad de los partidos que
apoyan a Sánchez. Incluso, que renieguen de su Gobierno. Pero de ahí a que le
fuercen a convocar unas elecciones en las que se quedarían sin el protagonismo que
atesoran desde que cristalizó la censura a Rajoy, hay un buen trecho.
La renuncia de Alberto Núñez Feijóo a presentar una moción de censura –es evidente
que no acaba de encontrar los apoyos necesarios– hace que se concentre en buscar
aliados para conformar una mayoría de transición, con el compromiso de convocar
elecciones generales inmediatamente. De ahí que la conclusión sea, también en este
caso, que los populares y los de Abascal serían los únicos beneficiarios de un
adelanto electoral.
Por lo tanto, ni por iniciativa de Sánchez ni por interés de sus socios, todos aquellos
que le mantienen en el Palacio de La Moncloa, resulta improbable un adelanto
electoral. Es más, el único interés del presidente y de sus apoyos parlamentarios es
ganar tiempo y ver cómo evoluciona el matrimonio forzado y de conveniencia entre los
de Feijóo y los de Abascal.
El carrusel electoral que comienza el 21 de este mismo mes en Extremadura puede
dar y quitar razones a unos y otros. Las encuestas vaticinan una victoria de los
populares, pero necesitarían pactar con Vox. A estas alturas, en el arco conservador

empieza a verse con una cierta naturalidad los posibles acuerdos entre ambas fuerzas
políticas, como se acaba de reconfirmar en la Comunidad Valenciana.
El problema de los populares es que los acuerdos con Vox limitan extraordinariamente
su capacidad de movimientos para sumar a la ecuación a otros partidos. Los de Feijóo
podrían pactar con naturalidad con el PNV y con Junts, herederos de la extinta CiU,
pero la necesaria compañía de los antisistema de Abascal es determinantemente
limitativa.
Las declaraciones esta semana de Pedro Sánchez a TVE, reconociendo que el
Gobierno de España no ha cumplido los acuerdos firmados con el partido del prófugo
Puigdemont, además de pedir humildemente perdón y una segunda oportunidad a los
independentistas catalanes, demuestran bien a las claras hasta dónde está dispuesto
a tragar para continuar en el poder.
A día de hoy, solo la vía judicial puede torcer la pertinaz determinación del presidente
del Gobierno.