Los próximos días 17 y 18 tendrá lugar la presentación del nuevo partido de corte
nacionalista nacido en Gran Canaria, que celebrará así su primer congreso.
Municipalistas Primero Canarias, que es como se denomina, ha lanzado un envido al
resto de las fuerzas de obediencia canaria: “Presentación de una candidatura unificada
al Congreso y al Senado durante las próximas elecciones generales, con la defensa
del Archipiélago como máxima prioridad”.
El envido siete de Nueva Canarias, partido al que hasta hace muy poco pertenecían
los capitaneados por Teodoro Sosa y Oscar Hernández, no se ha hecho esperar. Su
secretario general, Luis Campos, ha respondido con contundencia: “La proposición
parte de quienes han destruido, se han ido y han roto un espacio político y una
organización que costó construir durante muchísimo tiempo, la misma que ahora viene
a hacer un llamamiento de unidad y reestructuración”.
Campos no se ha arredrado a la hora de indicar que “en Nueva Canarias hay quienes
consideran que no se puede ir con los pirómanos que incendian y luego piden ayuda”.
No obstante, el flamante secretario general de NC deja abiertas las puertas al diálogo
con otras fuerzas nacionalistas, pero advierte que “ahora mismo no se dan las
condiciones; hay muchas heridas abiertas para poder generar espacios de diálogo y
trabajo”.
Sin duda, en esos espacios deberían caber todos los partidos de obediencia canaria.
“Aquellos que apoyan el progreso, defiendan la igualdad, las políticas de defensa de lo
público, la democracia y el autogobierno”, ha precisado Campos. Evidentemente,
todos podrían estar en ese ámbito, pero otra cosa son los intereses de sus respectivos
líderes. Los personalismos pueden matar la posibilidad de aglutinar a todas las fuerzas
políticas de obediencia canaria bajo un único mensaje: “Canarias por encima de todo”.
Las Islas necesitan recuperar en el Congreso y el Senado los grupos parlamentarios
que en su día le dieron voz y fuerza en Madrid. Entre 1994 y 2011, Canarias gozó del
mayor peso político que nunca antes había tenido en la política española. Las
matemáticas parlamentarias favorecieron que la presencia nacionalista en las Cortes
Generales sirviera para influir en la política de Estado diferenciada que requiere el
Archipiélago.
Por nuestra situación geográfica, por nuestros derechos históricos o por las
singularidades que nos reconocen los Tratados de la Unión Europea y la Constitución
Española, la defensa de lo propio debería estar profundamente arraigada entre la
población de las Islas. Sin embargo, no es el caso y el sentimiento colonialista nos
tiene atrapados.
Con cierta nostalgia miramos el peso y la influencia política que tienen vascos y
catalanes en el ámbito del Estado. Su fuerza en Madrid sigue creciendo para arrimar,
aún más si cabe, “el ascua a su sardina”.
Canarias es un territorio muy semejante al País Vasco. La superficie de ambas
nacionalidades y sus poblaciones respectivas resultan similares. La representación
vasca en el Congreso de los Diputados está compuesta por 18 diputados, mientras
que la de Canarias se cifra en 15. En la distribución de escaños, los nacionalistas del
PNV y Bildu suman 10 diputados.

Sin embargo, los intereses de los que vivimos en estas Islas están representados por
una sola diputada, de Coalición Canaria. Digo conscientemente que esa
representación la ostenta una sola parlamentaria porque, con todo el respeto y
consideración a los 14 diputados restantes, las prioridades de éstos obedecen a las
estrategias de sus partidos en el ámbito estatal. ¿Cuántos diputados canarios del
Partido Popular, Partido Socialista o Vox han roto la disciplina de voto por defender a
Canarias? Que yo recuerde, ninguno.
Canarias necesita la unidad de todas las fuerzas políticas no dependientes de Madrid
para recuperar el peso político que tuvimos en un pasado reciente. La ideología que
nos une es la defensa de los intereses de los que vivimos aquí. Puede ser que al final
sobren excusas y falte diálogo, generosidad y altura de miras.