Además de la rumorología sobre candidaturas, posibles pactos o acuerdos entre
partidos, la aparición de encuestas, sondeos y otros trabajos demoscópicos forma
parte de la especulación política que singulariza la legislatura, una vez que ésta ha
superado su ecuador. Esta misma semana hemos conocido varias de esas encuestas,
que, en lo que se refiere a Canarias, vaticinan pocos cambios en los gobiernos de las
principales instituciones del Archipiélago.
Hoy en día, descartadas las mayorías absolutas, tanto en las elecciones al Parlamento
de Canarias como a los principales cabildos y ayuntamientos, los futuros gobiernos
autonómico, insulares y municipales parece que dependerán de pactos y acuerdos
entre partidos.
A dos años vista de los próximos comicios, los datos que trascienden ratificarían la
continuidad del pacto vigente entre Coalición Canaria y el Partido Popular. Es más,
harían prescindibles numéricamente los apoyos hoy prestados por la Agrupación
Herreña Independiente y de la Agrupación Socialista Gomera.
El escenario electoral que dibujan estas encuestas viene a proyectar una pequeña
mejoría en las expectativas de los nacionalistas, un mínimo retroceso socialista y un
crecimiento importante de los populares, solo por referirnos a los tres grandes
partidos.
Las expectativas generadas a populares y socialistas con estos sondeos resultan
generalmente coherentes con lo que se refleja en el ámbito estatal. Funcionan como
vasos comunicantes: su subida o bajada en el conjunto del Estado se reproducen en el
Archipiélago.
Pero, centrándonos en nuestra Comunidad Autónoma, todos estos datos
demoscópicos refuerzan el pacto que nacionalistas y populares mantienen en
Canarias y, al mismo tiempo, alejan la posibilidad de una repetición de la alianza que
gobernó las Islas en la legislatura 2019-2023, conformada por los socialistas y
diferentes grupos minoritarios.
Además, los pronósticos electorales en el conjunto del Estado, que vaticinan un
cambio de gobierno en España, favorecen la repetición de la alianza que en la
actualidad sostiene al Gobierno de Canarias.
Otra clave extraíble de estos sondeos prematuros que empiezan a circular es que el
nacionalismo en Canarias está estancado, no crece lo suficiente como para dejar de
depender del apoyo de populares o socialistas. El leve avance obtenido por Coalición
Canaria se ve neutralizado por el retroceso que los estudios demoscópicos asignan a
Nueva Canarias. Por este camino, estamos muy lejos de contar con una gran fuerza
política de obediencia canaria que pueda influir en Madrid.
En la política española, cada día pesan más los partidos que representan a territorios
singulares y diferenciales. Los vascos y los catalanes, lo tienen muy claro.
En este mismo espacio dominical, hemos dejado constancia de que la defensa de los
intereses propios de las Islas también podría ejercerse desde un partido estatal,
siempre que dispusiera aquí de una organización fuerte e influyente en la toma de
decisiones dentro de su estructura central. Pero, lamentablemente, eso no existe. Un
claro ejemplo es el ninguneo del Partido Popular a su delegación en el Archipiélago
con respecto a la distribución de los menores no acompañados.
Recuperar la influencia isleña en la política de Estado va a depender de la capacidad
política y social que tengamos para unir a todos los que piensan que primero está
nuestra tierra. Fuerzas como Coalición Canaria, Nueva Canarias, Municipalistas
Primero Canarias, la Agrupación Socialista Gomera, la Agrupación Herreña
Independiente, CIUCA, el Partido Nacionalista Canario, la Asamblea Herreña y los
partidos independientes que piensan en canario y tienen alguna representación
municipal deberían unirse para fortalecernos en Madrid.
Pero no resulta creíble hablar de unidad ante unas elecciones generales sin antes ser
capaces de hallar fórmulas de entendimiento aquí, en las Islas. Y su consecuencia no
es otra que la desilusión de un electorado que sí tiene claro que primero está
Canarias.