Esta semana se ha celebrado en el Parlamento de Canarias el Debate sobre el Estado
de la Nacionalidad, donde el presidente del Gobierno y los representantes de los
partidos políticos han contrastado sus posiciones sobre el pasado reciente, presente y
futuro de nuestro Archipiélago. Las relaciones Canarias-Estado, la política migratoria,
el déficit de viviendas, el desbordamiento de los servicios públicos (especialmente la
sanidad) o la masificación en las cuatro Islas más pobladas han vuelto a estar en el
centro del debate.
En resumen, se podría concluir que existe una gran coincidencia en la identificación de
los problemas más importantes que abordan las Islas. Otra cosa es tomar las medidas
necesarias para resolverlos.
A continuación, por su incidencia en todas las políticas que seguirán en el meollo del
debate, resumimos algunas de las manifestaciones del presidente Clavijo, en
cuestiones como la creciente entrada de turistas; la masificación en las cuatro islas
más pobladas; el colapso en las principales carreteras; el déficit de viviendas; la
inmigración; las dificultades para encontrar determinada mano de obra o la situación
límite en los servicios esenciales, especialmente sanitarios.
“No podemos seguir en un modelo de más turistas”, aseguró en el debate, para añadir:
“A lo mejor tenemos que empezar a decir: los mismos, o menos, pero con más poder
adquisitivo, un mayor gasto en destino y un uso más responsable de nuestros recursos
naturales”.
“Es evidente -añadió- que el sector turístico ha significado para Canarias pasar de una
sociedad ruralizada y pobre, a lo que somos hoy. El camino que hemos recorrido ha
sido de éxito, pero ahora nuestro crecimiento tiene que ser más cualitativo que
cuantitativo”.
Para concluir, afirmó que “llegar a cifras de 18 millones de turistas implica acercarse a
la capacidad de sostenibilidad del territorio de Canarias y comporta el riesgo de que
una actividad que genera riqueza entre en colisión con tener calidad de vida”.
Siendo el sector turístico la columna vertebral de esta industria, sería aconsejable
planificar nuestra economía partiendo de ese límite aproximado de 18 millones de
visitantes para todas las Islas. Aunque La Palma, La Gomera y El Hierro no tienen, por
ahora, problemas de masificación turística, habrá que fijar unas ratios adecuadas, que
les aseguren unos crecimientos racionales y sostenibles.
En cuanto a Fuerteventura, hay que preguntarse si los límites de crecimiento a fijar
para esta isla tendrán que ver con la pérdida de identidad, el consumo de recursos
naturales o su propia superficie. Se abrirá aquí, sin duda, un debate muy interesante.
Tampoco será fácil fijar el número máximo de visitantes para Gran Canaria y a
Tenerife. Para ésta, el modelo de desarrollo turístico impulsado inicialmente favoreció
un mayor desarrollo hotelero que el que ha tenido la primera.
La única isla con un amplio consenso político, social y empresarial sobre la necesidad
de fijar límites a su crecimiento es Lanzarote. La cultura y la conciencia ambiental con
la que creció turísticamente la isla conejera, bajo la batuta del inolvidable César
Manrique, caló en la ciudadanía.
Empieza a ser hora de poner en marcha soluciones a los problemas identificados. No
será tarea fácil, pero es el momento de las decisiones. Casi todos los desequilibrios
tienen como causa la superpoblación de las Islas y los imparables crecimientos
anuales que vienen produciéndose.
El ritmo de crecimiento anual de la población supera las 25.000 personas. Cada año
vienen a vivir al Archipiélago más personas que las que residen en la isla de La
Gomera. Necesitamos filtros para controlar la llegada de personas. Si hace dos
décadas necesitábamos cantidad, ahora precisamos calidad.
El debate sobre una ley de residencia es complejo y largo. Requerimos medidas de
control indirecto ya. Uno de los caminos a seguir podría ser el de la formación y
cualificación de la gente que vive en el Archipiélago, para acceder a los puestos de
trabajo. Un gran plan formativo que daría valor añadido al sector turístico, del que
tendría que salir su financiación.