El municipio canario de Puerto de la Cruz, situado en el norte de la Isla de Tenerife,
con más de treinta mil habitantes, es uno de los núcleos de referencia de la proyección
internacional de nuestro Archipiélago como destino turístico. Con 8,7 kilómetros
cuadrados de superficie, el Puerto es el municipio más pequeño de Canarias y goza
de un clima envidiable, que antes de la década de los 70 favoreció el desarrollo del
sector platanero, convirtiéndose después en uno de los focos del gran arranque
turístico isleño.
La mezcla de la población local y el más de un millón de visitantes que recibe al año,
en un territorio tan limitado, propicia un contacto muy cercano entre turistas y
lugareños, otorgando al Puerto un “sello especial”. En medio de esa singularidad, la
concentración de más de treinta mil portuenses en este codiciado espacio no solo
condiciona la relación entre sí, sino que facilita un conocimiento y una comunicación
casi familiar.
Esta especial idiosincrasia propicia la proximidad entre los portuenses y marca sus
relaciones en el día a día, teniendo también un reflejo claro en la política local, que en
Puerto de la Cruz se vive con verdadera pasión.
La moción de censura que ha descabalgado de la Alcaldía del municipio norteño, hace
apenas unas horas, al socialista Marco González es la tercera que sufre allí un
militante del PSOE, desde las primeras elecciones democráticas, celebradas en abril
de 1979.
Puerto de la Cruz fue un bastión inexpugnable de los socialistas entre 1979 y 1995.
Primero, con el admirado y querido Paco Afonso, igual que posteriormente con quién
había sido su primer teniente de alcalde, Félix Real, al que su partido apartó de la
carrera electoral para garantizarse la renovación de la Alcaldía.
Sin embargo, las disputas internas en el seno de la agrupación socialista portuense,
junto a la consolidación de la emergente Coalición Canaria, favorecieron la pérdida de
las plácidas mayorías absolutas que había tenido el PSOE durante 16 años.
Salvador García Llanos, el relevo de Félix Real, ganó ampliamente las elecciones del
95, con diez concejales, quedándose a solo un acta de las 11 que le hubiesen
garantizado una mayoría absoluta. El deseo de cambio, los buenos oficios del
nacionalista Marcos Brito y la generosidad del líder del PP local, Antonio Castro,
facilitaron la censura a García Llanos, sin que todavía hubiera cumplido el primer mes
de su mandato, catapultando así a Brito a la Alcaldía, que repetía así una experiencia
anterior, en el periodo predemocrático.
En las elecciones de 2007, la candidata del PSOE, Lola Padrón, ganó también con
diez de las once actas que fijaban la mayoría absoluta. Dos años después, los nueve
concejales liderados por Marcos Brito y los dos del Partido Popular, que encabezaba
Eva Navarro, censuraban por segunda vez a un alcalde socialista portuense.
Este último viernes se ha repetido la historia. El alcalde socialista Marco González, con
diez de los once concejales que otorgan la mayoría absoluta, ha sido desalojado a
través de la tercera moción de censura vivida en el Consistorio portuense desde 1995.

En esta ocasión, los dos concejales de Coalición Canaria y los dos de Asamblea
Ciudadana Portuense han unido sus fuerzas a los siete del Partido Popular para
destronar a quien estuvo a catorce votos de la mayoría absoluta en los comicios del
pasado año. Consumada esta nueva censura en la ciudad turística, la atención política
estriba ahora en la onda expansiva que pueda alcanzar en algún otro municipio de las
Islas.
Evidentemente, el gran ganador de este envite es el Partido Popular, que, en unos
momentos en los que cotiza al alza a nivel general, ve reforzada su posición electoral
en un municipio estratégico de Canarias como es Puerto de la Cruz.
Sin duda, lo que políticamente ganan los populares con esta censura lo pierde
Coalición Canaria. En Puerto de la Cruz, el espacio sociológico de la izquierda lo
ocupa el PSOE, mientras que el resto fluctúa entre los nacionalistas y los populares.
El reforzamiento del PP no resta al PSOE, merma a CC.